Generación del 98

La generación del 98, también llamada generación de 1898, fue un grupo literario de intelectuales y escritores que surgió a raíz de la crisis española de fines del siglo XIX y que tuvo repercusión en la primera parte del siglo XX.

Esta generación literaria estuvo conformada por poetas, escritores y ensayistas que nacieron entre 1864 y 1876 en España y que se reunieron por el desaliento que dejó la derrota militar del país en la guerra hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de sus colonias de ultramar en 1899: Puerto Rico, Cuba, Filipinas y Guam. Dicha derrota dio lugar a la frase “Desastre del 98”, por lo que este mote se pasó a este movimiento, nombrado muchas veces como la “generación del desastre”.

La generación del 98 no fue un movimiento homogéneo, pero sí se agrupa a sus miembros en base a ciertos postulados que compartieron: eran herederos del modernismo y promovían el regeneracionismo, protestaban contra el orden establecido y buscaban lo nuevo tanto en lo político como en lo cultural. Sobre todo, estos pensadores querían repensar la identidad y el destino de España, que, tras la guerra, había sido despojada de su lugar privilegiado en el mundo.

Importante: Durante la época en que surgió la generación del 98 también apareció el modernismo en Hispanoamérica. Si bien este movimiento tenía ideas similares a las de la generación del 98, en tanto buscaba la renovación de la literatura, existen muchas otras características que los diferencian.

Características de la generación del 98

Las características más importantes de la generación del 98 en España fueron:

  • Conciencia nacional. Se preocupó por reflexionar sobre la nación española, su identidad y “el ser” de España a través de la literatura, tras el “Desastre del 98”.
  • Interés por lo rural. Se acercó a la vida rural para rescatar el habla tradicional y campesina. Sentía interés por los paisajes, los pueblos de Castilla y por su lengua.
  • Lenguaje sencillo antirrealista. Abandonó el estilo clásico y realista, recargado, objetivo y detallista, a favor de un lenguaje más sobrio, subjetivo y con contenido social.
  • Técnica analítica. Expresaba de forma meditabunda pensamientos acerca de la situación de España, con la firme intención de difundir varias corrientes filosóficas del irracionalismo europeo con autores como Friedrich Nietzsche, Sören Kierkegaard, Henri Bergson y Arthur Schopenhauer.
  • Visión crítica y pesimista. Tenía una actitud pesimista de la realidad debido al contexto histórico en que se encontraba España.
  • Renovación de los géneros literarios. Buscaba modificar ciertos géneros literarios. Algunos de los estilos utilizados en esta época fueron la novela impresionista de Azorín, la llamada nívola de Miguel de Unamuno y los esperpentos de Ramón Valle-Inclán.

Autores y obras de la generación del 98

Los autores de la generación del 98 que se destacaron fueron:

  • Miguel de Unamuno (1864-1936). Vida de Don Quijote y Sancho (1905) y Por tierras de Portugal y España (1911).
  • Ángel Ganivet (1865-1898). Idearium español (1897) y Los trabajos del infatigable creador Pío Cid (1898).
  • Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936). Tirano Banderas. Novela de tierra caliente (1926) y la serie El ruedo ibérico (1927).
  • Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928). La bodega (1906) y Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1916).
  • Pío Baroja (1872-1956). Vidas sombrías (1900) y La lucha por la vida (1904).
  • Manuel Machado Ruiz (1874-1947). El mal poema (1909) y Cante hondo (1912).
  • Azorín, seudónimo de José Martínez Ruiz (1873-1967). El alma castellana (1900), La ruta de Don Quijote (1905) y Una hora de España 1560-1590 (1924).
  • Ramiro de Maeztu (1875-1936). Hacia otra España (1899) y La crisis del humanismo (1919).
  • Antonio Machado Ruiz (1875-1939). Soledades (1903) y Campos de Castilla (1912).
  • Concha Espina (1869-1955). La esfinge maragata (1914).

Los escritores de la generación del 98 se agrupaban en torno a varias publicaciones de la época, sobre todo, a revistas literarias, como Don Quijote, Germinal, Vida Nueva, Revista Nueva, Electra, Helios y Alma Española.

Lecturas

  1. “Ay triste España de Caín” (1917), de Miguel de Unamuno

Ay, triste España de Caín, la roja
de sangre hermana y por la bilis gualda,
muerdes porque no comes, y en la espalda
llevas carga de siglos de congoja!

Medra machorra envidia en mente floja
—te enseñó a no pensar Padre Ripalda—
rezagada y vacía está tu falda
e insulto el bien ajeno se te antoja

Democracia frailuna con regüeldo
de refectorio y ojo al chafarote,
¡viva la Virgen!, no hace falta bieldo.

Gobierno de alpargata y de capote,
timba, charada, a fin de mes el sueldo,
y apedrear al loco Don Quijote.

  1. Fragmento de Idearium español (1896), de Ángel Ganivet

Muchas veces, reflexionando sobre el apasionamiento con que en España ha sido defendido, y proclamado el dogma de la Concepción Inmaculada, se me ha ocurrido pensar que en el fondo de ese dogma debía de haber algún misterio que por ocultos caminos se enlazara con el misterio de nuestra alma nacional; que acaso ese dogma era el símbolo ¡símbolo admirable! de nuestra propia vida, en la que, tras larga y penosa labor de maternidad, venimos á hallarnos á la vejez con el espíritu virgen; como una mujer que, atraída por irresistible vocación á la vida monástica y ascética y casada contra su voluntad y convertida en madre por deber, llegara al cabo de sus días á descubrir que su espíritu era ajeno á su obra, que entre los hijos de la carne el alma continuaba sola, abierta como una rosa mística á los ideales de la virginidad.

Cuando se examina la constitución ideal de España, el elemento moral y en cierto modo religioso más profundo que en ella se descubre, como sirviéndole de cimiento, es el estoicismo; no el estoicismo brutal y heroico de Catón, ni el estoicismo sereno y majestuoso de Marco Aurelio, ni el estoicismo rígido y extremado de Epicteto, sino el estoicismo natural y humano de Séneca. Séneca no es un español, hijo de España por azar: es español por esencia; y no andaluz, porque cuando nació aún no habían venido á España los vándalos; que á nacer más tarde, en la Edad Media quizás, no naciera en Andalucía, sino en Castilla. Toda la doctrina de Séneca se condensa en esta enseñanza: No te dejes vencer por nada extraño á tu espíritu; piensa, en medio de los accidentes de la vida, que tienes dentro de tí una fuerza madre, algo fuerte é indestructible, como un eje diamantino, alrededor del cual giran los hechos mezquinos que forman la trama del diario vivir; y sean cuales fueren los sucesos que sobre tí caigan, sean de los que llamamos prósperos, ó de los que llamamos adversos, ó de los que parecen envilecernos con su contacto, mantente de tal modo firme y erguido, que al menos se pueda decir siempre de tí que eres un hombre.

Esto es español; y es tan español, que Séneca no tuvo que inventarlo, porque lo encontró inventado ya: sólo tuvo que recogerlo y darle forma perenne, obrando como obran los verdaderos hombres de genio. El espíritu español, tosco, informe, al desnudo, no cubre su desnudez primitiva con artificiosa vestimenta: se cubre con la hoja de parra del senequismo; y este traje sumario queda adherido para siempre y se muestra en cuanto se ahonda un poco en la superficie ó corteza ideal de nuestra nación.

  1. "Orillas del Duero", de Antonio Machado

Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario.
Girando en torno a la torre y al caserón solitario,
ya las golondrinas chillan. Pasaron del blanco invierno,
de nevascas y ventiscas los crudos soplos de infierno.

Es una tibia mañana.
El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana.

Pasados los verdes pinos,
casi azules, primavera
se ve brotar en los finos
chopos de la carretera
y del río. El Duero corre, terso y mudo, mansamente.
El campo parece, más que joven, adolescente.

Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,
espuma de la montaña
ante la azul lejanía,
sol del día, claro día!
¡Hermosa tierra de España!

  1. Fragmento de La lucha por la vida I. La busca (1904), de Pío Baroja

La primera mañana de trabajo fue pesadísimo para Manuel; el estar tanto tiempo quieto le resultó insoportable. Al mediodía entró en el almacén una vieja gorda, con la comida en una cesta; era la madre del señor Ignacio.

—¿Y mi mujer? —le preguntó el zapatero.

—Ha ido a lavar.

—¿Y la Salomé? ¿No viene?

—Tampoco; le ha salido trabajo en una casa para toda la semana.

Sacó la vieja un puchero, platos, cubiertos y un pan grande de la cesta; extendió un paño en el suelo, sentáronse todos alrededor de él, vertió el caldo del puchero en los platos, en donde cada uno desmigó un pedazo de pan, y fueron comiendo. Después dio la vieja a cada uno su ración de cocido, y, mientras comían, el zapatero discurseó un poco acerca del porvenir de España y de los motivos de nuestro atraso, conversación agradable para la mayoría de los españoles que nos sentimos regeneradores.

Era el señor Ignacio de un liberalismo templado, hombre a quien entusiasmaban esas palabras de la soberanía nacional y que hablaba a boca llena de la Gloriosa. En cuestiones de religión se mostraba partidario de la libertad de cultos; para él, el ideal hubiese sido que en España existiese el mismo número de curas católicos, protestantes, judíos, de todas las religiones porque así, cada uno elegiría el dogma que le pareciera mejor. Eso sí, si él fuera del Gobierno, expulsaría a todos los frailes y monjas porque son como la sarna, que viven mejor cuanto más débil se encuentra el que la padece. A esto arguyó Leandro, el hijo mayor, diciendo que a los frailes, monjas y demás morralla lo mejor era degollarlos, como se hace con los cerdos, y que respecto a los curas, fuesen católicos, protestantes o chinos, aunque no hubiera ninguno no se perdería nada.

  1. Fragmento de La ruta de Don Quijote (1905), de Azorín

Y ya este suspiro que yo he oído tantas veces, tantas veces en los viejos pueblos, en los caserones vetustos, a estas buenas ancianas vestidas de negro; ya este suspiro me trae una visión neta y profunda de la España castiza. ¿Qué recuerda doña Isabel con este suspiro? ¿Recuerda los días de su infancia y de su adolescencia, pasados en alguno de estos pueblos muertos, sombríos? ¿Recuerda las callejuelas estrechas, serpenteantes, desiertas, silenciosas? ¿Y las plazas anchas, con soportales ruinosos, por las que de tarde en tarde discurre un perro o un vendedor se para y lanza un grito en el silencio? ¿Y las fuentes viejas, las fuentes de granito, las fuentes con un blasón enorme, con grandes letras, en que se lee el nombre de Carlos V o Carlos III? ¿Y las iglesias góticas, doradas, rojizas, con estas capillas de las Angustias, de los Dolores o del Santo Entierro, en que tanto nuestras madres han rezado y han suspirado? ¿Y las tiendecillas hondas, lóbregas, de merceros, de cereros, de talabarteros, de pañeros, con las mantas de vivos colores que flamean al aire? ¿Y los carpinteros -estos buenos amigos nuestros- con sus mazos que golpean sonoros? ¿Y las herrerías -las queridas herrerías- que llenan desde el alba al ocaso la pequeña y silenciosa ciudad con sus sones joviales y claros? ¿Y los huertos y cortinales que se extienden a la salida del pueblo, y por cuyas bardas asoma un oscuro laurel o un ciprés mudo, centenario, que ha visto indulgente nuestras travesuras de niño? ¿Y los lejanos majuelos a los que hemos ido de merienda en las tardes de primavera y que han sido plantados acaso por un anciano que tal vez no ha visto sus frutos primeros? ¿Y las vetustas alamedas de olmos, de álamos, de plátanos, por las que hemos paseado en nuestra adolescencia en compañía de Lolita, de Juana, de Carmencita o de Rosarito? ¿Y los cacareos de los gallos que cantaban en las mañanas radiantes y templadas del invierno? ¿Y las campanadas lentas, sonoras, largas, del vetusto reloj que oíamos desde las anchas chimeneas en las noches de invierno?

  1. “Yo soy una mujer: nací poeta…”, de Concha Espina

Yo soy una mujer: nací poeta,
y por blasón me dieron
la dulcísima carga dolorosa
de un corazón inmenso.
En este corazón, todo llanuras
y bosques y desiertos,
han nacido un amor, interminable,
y un cantar gigantesco;
pasión que se desborda de la tierra
y que invade los cielos…
Ando la vida muerta de cansancio,
inclinándome al peso
de este afán, al que busca mi esperanza
un horizonte nuevo,
un lugar apacible en que repose
y se derrame luego
con la palabra audaz y victoriosa
dueña de mi secreto.
Yo necesito un mundo que no existe,
el mundo que yo sueño,
donde la voz de mis canciones halle
espacios y silencios;
un mundo que me asile y que me escuche;
¡lo busco, y no lo encuentro!…

  1. Fragmento de Luces de Bohemia, de Ramón María del Valle-Inclán

DON LATINO: ¡La verdad es que tienes una fisonomía algo rara!
MAX: ¡Don Latino de Hispalis, grotesco personaje, te inmortalizaré en una novela!
DON LATINO: Una tragedia, Max.
MAX: La tragedia nuestra no es tragedia.
DON LATINO: ¡Pues algo será!
MAX: El Esperpento.
DON LATINO: No tuerzas la boca, Max.
MAX: ¡Me estoy helando!
DON LATINO: Levántate. Vamos a caminar.
MAX: No puedo. […] Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato. Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. […] España es una deformación grotesca de la civilización europea.
DON LATINO: ¡Pudiera! Yo me inhibo.
MAX: Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
DON LATINO: Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
MAX: Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.
DON LATINO: ¿Y dónde está el espejo?
MAX: En el fondo del vaso.
DON LATINO: ¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!

Referencias

  • Carbajo, FG. (2013). Movimientos y épocas literarias. Editorial UNED.
  • “Generation of 1898” en Encyclopaedia Britannica.

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Rabotnikof, Vanesa (25 de octubre de 2024). Generación del 98. Enciclopedia del Lenguaje. Recuperado el 3 de febrero de 2025 de https://lenguaje.com/generacion-del-98/.

Sobre el autor

Autor: Vanesa Rabotnikof

Licenciada en Letras (Universidad de Buenos Aires). Especialización en Edición (Universidad Nacional de La Plata).

Revisado por: Inés Iraeta

Licenciada en Comunicación Periodística (Universidad Católica Argentina)

Última edición: 25 de octubre de 2024

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