La prosopografía es una figura retórica que consiste en describir los rasgos físicos de un personaje, realizada por el narrador o voz poética de un texto.
Ejemplo de prosopografía:
Su piel amarillenta apenas cubría la trama de músculos y arterias que había debajo; su cabello era lacio y de un negro lustroso; sus dientes, del blanco de las perlas; pero estas exquisiteces solo hacían más agudo el horrible contraste con sus ojos apagados —casi del mismo color que las sombrías cuencas blancas donde encajaban—; su tez marchita y sus renegridos labios negros.
Frankenstein (1818), de Mary Shelley (trad. Jerónimo Ledesma)
El personaje que es descrito a través de la prosopografía puede ser caracterizado de dos formas:
- Forma mimética. Con rasgos de una persona o un animal del mundo real.
- Forma no mimética. Con rasgos sobrenaturales, como en el caso de una criatura mitológica, un ser monstruoso o un alienígena.
La prosopografía emplea textos descriptivos que se insertan dentro de otros más grandes del tipo narrativo, es decir, en aquellos que cuentan una historia, sea real o ficcional.
Cuando la historia es ficcional, el recurso de la prosopografía resulta útil porque sirve como herramienta para recrear de manera eficaz el mundo imaginario representado (novelas, cuentos y mitos). Para las historias reales, la prosopografía es relevante también como instrumento al servicio del periodismo, ya que permite elaborar retratos vívidos de personas.
- Ver además: Figuras retóricas
Características de la prosopografía
Las principales características de la prosopografía son:
- Utiliza adjetivos calificativos y relacionales, que expresan características que modifican a los sustantivos.
Por ejemplo: Se trataba de una mujer joven, de cabello castaño y expresión inteligente. Su tez era clara y su figura, menuda. Era originalmente española pero se había adaptado rápidamente a la sociedad norteamericana. - Utiliza verbos copulativos, que son aquellos que no representan una acción, sino un estado, y que necesitan de un adjetivo o sustantivo para completar su significado.
Por ejemplo: El hombre era audaz y prudente a la vez. Parecía tímido pero estaba atento a todo lo que sucedía y en sus ojos podía leerse la ambición. Semejaba un depredador merodeando a la presa. - Emplea comparaciones, que se dan entre dos elementos pertenecientes a esferas de sentido distinto.
Por ejemplo: El chico se quedó quieto como una estatua del museo de cera. Parecía absorto en la contemplación de ese gigantesco incendio que se semejaba a un espectáculo cinematográfico. - Utiliza imágenes sensoriales, para realizar descripciones y caracterizaciones que hacen hincapié en los rasgos que se perciben a través de los cinco sentidos.
Por ejemplo: El animal herido expedía un olor nauseabundo, detrás de su cuerpo que yacía tendido junto a las largas sombras del patio, columnas grisáceas de humo cubrían el blanco horizonte.
Ejemplos de prosopografía
- Prosopografía en Los siete locos (1929), de Roberto Arlt
No tenía diez años de edad, y menos de cuatro pies de estatura, pero en su rostro romboidal como el de un mongol, la miseria y toda la experiencia de la vagancia habían lapidado arrugas indelebles.
Tenía la nariz chata, los labios belfos, y además era enormemente cabelludo, de una lana rizada y tupida entre cuyos aros desaparecían las orejas.
- Prosopografía en Oliver Twist (1839), de Charles Dickens (trad. José Méndez Herrera)
Era el tal Sowerberry un hombre alto, delgado y huesudo, vestido con un raído traje negro, zurcidas medias de algodón del mismo color y zapatos a tono. Sus facciones no estaban, naturalmente, destinadas a ofrecer un aspecto risueño; mas, en general, era bastante dado a la jovialidad profesional.
- Prosopografía en El hombre que cayó a la tierra (1963), de Walter Travis (trad. José María Aroca)
No era un hombre; pero era muy parecido a un hombre. Medía un metro ochenta, y algunos hombres tienen una estatura incluso superior; su pelo era tan blanco como el de un albino, pero su rostro tenía un color ligeramente bronceado y sus ojos eran de un azul pálido. Su esqueleto era improbablemente ligero, sus facciones delicadas, sus dedos largos, delgados y la piel casi transparente, sin vello. [...] Parecía muy joven.
- Prosopografía en Los chicos de Varsovia (2017), de Ana Wajszczuk
Hanna lleva el pelo suelto, prolijamente peinado tras un birrete. Bajo el overol tiene una camisa blanca, rayada, y un pañuelo al cuello, un alfiler de gancho prendido a un lado del pecho, y al otro, un trozo de tela que puede ser un escudo identificatorio, y en el brazo que rodea sus rodillas parece haber un moretón o una quemadura. En su cara, una sonrisa que asoma los dientes y las formas suaves, mofletudas, de quien todavía no dejó de ser una nena.
- Prosopografía en Operación masacre (1957), de Rodolfo Walsh
El padre, Francisco, era una estampa de hombre: alto, musculoso, cara cuadrada y enérgica, de ojos un poco hostiles, bigote fino que rebasa ampliamente las comisuras de los labios. Hermosa mujer también la madre, aunque de rasgos duros y plebeyos. Alta, resuelta, de boca algo desdeñosa y ojos que no sonríen.
¿Cómo hacer una prosopografía?
Para hacer una prosopografía, lo primero que se debe tener en cuenta es el efecto que busca producir. La inserción de este fragmento descriptivo debe orientarse a los siguientes objetivos:
- Atraer la atención del lector hacia el personaje o animal descrito. Para ello se hace un detalle claro de la apariencia: comenzar con el color de su cabello y sus ojos, continuar con la forma de su nariz y su boca y, por último, su contextura física y estatura.
- Dar pistas acerca del personaje que serán relevantes en el desarrollo posterior de la trama, por lo que debe hacer hincapié en ciertos rasgos por sobre otros.
- Utilizar recursos tales como: adjetivos calificativos, estructuras de verbo copulativo y figuras retóricas, como metáforas, símiles e imágenes sensoriales.
Diferencia entre prosopografía y etopeya
Para diferenciar los conceptos de prosopografía y etopeya, es útil recordar el origen etimológico de ambos términos:
- Prosopografía proviene del griego “grafía”, que significa ‘descripción’, y “prosopon” que significa, en su sentido literal, ‘rostro, aquello que se contempla, características individuales externas’. Por ende, la prosopografía consiste en la descripción de las características individuales externas o materiales de un ser.
- Etopeya proviene del griego “poiein”, que también significa ‘describir, crear, imitar’, pero se combina con “ethos”, es decir, ‘hábito, costumbre, rasgo característico’. Por lo tanto, la etopeya también constituye una figura retórica del tipo descriptivo, pero focaliza en los rasgos éticos del personaje. En los textos de este tipo, el emisor define el modo en que el personaje gestiona sus emociones y el tipo de costumbres que mantiene en relación con los valores morales del contexto en el que habita.
Importante: Al realizar la descripción de los personajes se suele combinar la prosopografía y la etopeya para conformar un retrato. En el siguiente ejemplo, se observa una combinación de prosopografía al comienzo y etopeya hacia el final:
Don Horacio es un hombre de pequeña estatura, moreno, de bigotes y anteojos. Tiene alrededor de cincuenta años y hace diecisiete que está empleado como electricista en la Ítalo. Sus aspiraciones son simples: jubilarse y luego trabajar un tiempo por cuenta propia, antes de retirarse definitivamente. Su casa trasciende a la clase media apacible y satisfecha.
Operación Masacre (1957), de Rodolfo Walsh
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Ejercicio: prosopografía
Referencias
- Fernández, VH (2018). Diccionario práctico de figuras retóricas y términos afines: Tropos, figuras de pensamiento, de lenguaje, de construcción, de dicción, y otras curiosidades. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
- Moreno Meyerhoff, P (2010). “Prosopografía y emblemática”. Emblemata, 16, pp. 155-182.
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