El narrador omnisciente es aquel que relata una historia en tercera persona y que tiene un conocimiento absoluto sobre la trama y los personajes.
Ejemplo de narrador omnisciente:
“A la cuarta vez de encontrarse con todo eso, de hacer todo eso, el ingeniero había decidido no salir más de su coche, a la espera de que la policía disolviese de alguna manera el embotellamiento. El calor de agosto se sumaba a ese tiempo a ras de neumáticos para que la inmovilidad fuese cada vez más enervante. Todo era olor a gasolina, gritos destemplados de los jovencitos del Simca, brillo del sol rebotando en los cristales y en los bordes cromados, y para colmo sensación contradictoria del encierro en plena selva de máquinas pensadas para correr”. (Julio Cortázar, “Autopista del sur”)
En literatura, un narrador es la voz que relata las acciones de una historia y que realiza las descripciones de los distintos elementos, como los personajes, los objetos, el espacio y el tiempo.
Los narradores se clasifican según el grado de conocimiento que tienen, su participación en la trama y la persona. El narrador omnisciente se caracteriza por saber todo lo que sucede, estar fuera de la historia (no es un personaje) y narrar los hechos en tercera persona.
Importante: El narrador omnisciente fue muy utilizado en el siglo XIX, sobre todo en las novelas y cuentos del realismo y el naturalismo. En el siglo XX se continuó empleando, aunque con menos frecuencia, puesto que la literatura adquirió un carácter más experimental.
- Ver además: Tipos de narradores
Características del narrador omnisciente
El narrador omnisciente:
- Relata en tercera persona. Realiza las narraciones y las descripciones haciendo referencia a los personajes en tercera persona (él, ella, ellos, ellas).
- Sabe todo sobre la historia y los personajes. Conoce todos los hechos y las circunstancias de la trama, y los sentimientos, las emociones y los pensamientos de los personajes, incluso las ideas que no son conscientes para esos personajes. De todas formas, el narrador no explica todo de una vez, sino que va develando la información de a poco para generar tensión e intriga.
- Es heterodiegético. Está por fuera de la historia, puesto que no es un personaje ni desempeña ningún rol en la trama.
- Cuenta y describe. Cuenta las acciones que realizan los personajes y describe sus características y aquellas que son propias de los lugares, los objetos, las épocas, entre otros. Además, suele aportar otro tipo de información, ya que explica las causas y las consecuencias de los eventos y de las actitudes de los personajes.
- Narra de manera lineal y/o con saltos temporales o espaciales. Puede contar los hechos de manera cronológica o intercalando episodios. Además, puede centrarse en lo que está sucediendo en un lugar y después cambiar a otro o puede enfocarse en distintos personajes.
- Suele usar los tiempos pretéritos. Generalmente, utiliza verbos en pasado para contar la historia.
- Se emplea en el género narrativo. Se utiliza en distintos tipos de textos narrativos, como novelas, cuentos, fábulas y mitos.
Importante: El narrador omnisciente se diferencia de otros narradores en tercera persona:
- Narrador equisciente. Es aquel que únicamente conoce lo que siente, piensa y hace uno de los personajes de la trama. Por lo tanto, no puede describir con certeza cuáles son las emociones y las intenciones de otros personajes.
- Narrador deficiente. Es aquel que cuenta la historia de forma limitada, puesto que solo conoce aquello que se puede percibir con los sentidos. Por eso no sabe nada acerca de los sentimientos y las intenciones de ninguno de los personajes.
Ejemplos de narrador omnisciente
- Fragmento de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez
“(...) En el aturdimiento de los últimos años, Úrsula había dispuesto de muy escasas treguas para atender a la formación papal de José Arcadio, cuando este tuvo que ser preparado a las volandas para irse al seminario. Meme, su hermana, repartida entre la rigidez de Fernanda y las amarguras de Amaranta, llegó casi al mismo tiempo a la edad prevista para mandarla al colegio de las monjas donde harían de ella una virtuosa del clavicordio. Úrsula se sentía atormentada por graves dudas acerca de la eficacia de los métodos con que había templado el espíritu del lánguido aprendiz de Sumo Pontífice, pero no le echaba la culpa a su trastabillante vejez ni a los nubarrones que apenas le permitían vislumbrar el contorno de las cosas, sino a algo que ella misma no lograba definir pero que concebía confusamente como un progresivo desgaste del tiempo. «Los años de ahora ya no vienen como los de antes», solía decir, sintiendo que la realidad cotidiana se le escapaba de las manos. (...)”
- Fragmento de “Los dos reyes y los dos laberintos”, de Jorge Luis Borges
“Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto mejor y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. (...)”
- Fragmento de El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias
“(...) La sanguaza del amanecer teñía los bordes del embudo que las montañas formaban a la ciudad regadita como caspa en la campiña. Por las calles, subterráneos en la sombra, pasaban los primeros artesanos para su trabajo, seguidos horas más tarde por los oficinistas, dependientes, artesanos y colegiales, y a eso de las once, ya el sol alto, por los señorones que salían a pasear el desayuno para hacerse el hambre del almuerzo o a visitar a un amigo influyente para comprar en compañía, a los maestros hambrientos, los recibos de sus sueldos atrasados por la mitad de su valor. (...)”
Referencias
- Souriau, E. (1998). Diccionario Akal de estética. Ediciones Akal.
- Tacca, O. (2000). Las voces de la novela. Editorial Gredos.
Sigue con:
- Narrador en primera persona
- Narrador en segunda persona
- Narrador en tercera persona
- Narrador testigo
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