La metáfora es un recurso de estilo que propone una semejanza entre un elemento real y uno figurado con el fin generar un efecto estético. Es una figura retórica o poética en la que se establece una identificación entre los dos componentes.
Ejemplos de metáfora:
- Este chico es un sol.
- Tengo una montaña de trabajo esperándome en casa.
- Que mi voz suba a los montes/ y baje a la tierra y truene (Miguel Hernández, Viento del pueblo, 1937).
En la primera frase se plantea implícitamente un vínculo de semejanza entre el chico y el sol, que podría ser la calidez o la belleza. En la segunda, se sustituye el concepto “una gran cantidad” por “una montaña” también por su semejanza y, en la última, se define a la voz como una fuerza capaz de subir montes y tronar.
- Ver además: Figuras retóricas
Características de la metáfora
A grandes rasgos, las características de la metáfora son:
- Es una de las figuras retóricas más frecuentes e importantes. Se llama figuras retóricas, literarias o de estilo a las herramientas con que los autores cuentan para construir conceptos o imágenes que no siguen las reglas tradicionales y producir así determinados efectos, segundos sentidos que deben ser interpretados por los lectores.
- La primera definición de metáfora es la que propuso el filósofo clásico Aristóteles en su Poética. Allí la define como “transferencia del nombre de una cosa a otra". Además, según el Diccionario de la Real Academia Española, su nombre deriva del latín metaphŏra y este, a su vez, del griego μεταφορά, que significa “traslación”. Es decir que construir metáforas supone ejercitarse en el arte de transportar el significado de las palabras.
- Es un procedimiento utilizado tanto en el lenguaje literario y poético como en el habla cotidiana, en tanto permite nombrar un elemento de la realidad con otra cosa, para forzar una asociación con un sentido figurado, es decir, con un significado oculto.
- Cuando se encadena una serie de metáforas para construir una figura simbólica más compleja, se la llama “alegoría”. Un ejemplo conocido es la alegoría de la caverna, de Platón, mediante la cual el filósofo explicaba que los humanos vivimos en el mundo como el grupo de hombres del relato: dentro de una cueva y accediendo solo al reflejo formado por el fuego en las paredes, es decir, sin poder percibir más que una sombra degradada de la verdad.
Tipos de metáforas
Las metáforas pueden clasificarse de acuerdo con dos criterios:
Según la intencionalidad que persigue quien las produce, las metáforas pueden ser:
Metáforas cotidianas o prosaicas
Las metáforas de la vida cotidiana, orientadas por un interés práctico, se caracterizan por su capacidad de síntesis y carácter incisivo. La sustitución o semejanza que establecen busca transmitir una idea de manera rápida y efectiva, resultando más punzantes que una frase construida de manera denotativa o tradicional. Por ejemplo:
- Mira que el tren de la oportunidad pasa una sola vez en la vida…
- Creo que ese nuevo empleado quiere serrucharme el piso.
- En el terreno que compramos, construiremos nuestro nidito de amor.
- Te juro que solo tú reinas en mi corazón.
- Si no compras una estufa nueva, tu casa será el Polo Norte.
Esta capacidad de captar la atención de los receptores, hace que las metáforas prácticas sean frecuentes en refranes populares. Por ejemplo:
- Al mal tiempo, buena cara.
- Aunque la mona se vista de seda, mona queda.
- El hábito no hace al monje.
- No todo lo que brilla es oro.
- Quien tiene un amigo tiene un tesoro.
Metáforas literarias o poéticas
En el campo de la literatura, cuando el autor o la autora de un texto poético utiliza metáforas, no busca transmitir ideas de manera sintética, sino que tiende a sustituir los términos reales por los imaginarios de un modo que no transmite un significado claro. Así, el sentido se vuelve plural y enigmático y forma parte de una búsqueda artística. Por ejemplo:
- Cuando abro en los objetos la puerta de mí mismo: /¿quién me roba la sangre, lo mío, lo real? (Gonzalo Rojas, “El principio y el fin”, 1940)
- Ya no baila la luz en mi sonrisa / ni las estaciones queman palomas en mis ideas. (Alejandra Pizarnik, “El despertar”, 1958)
- Sí, tu niñez ya fábula de fuentes / el tren y la mujer que llena el cielo. (Federico García Lorca, “Tu infancia en Menton”, 1929)
- Es la espantosa confusión de una mano en lo verde / los estranguladores viajando en la franja del iris. (Virgilio Piñera, “La isla en peso”, 1943)
- El sol empieza a salir / y en los jardines de su mente / hay estatuas que ella debe pulir. (Charly García, “Adela en el carrousel”, 1987)
Según el vínculo que se establece entre el elemento real y el figurado, las metáforas pueden ser:
Metáforas puras
Las metáforas son puras cuando adoptan la forma de una sustitución en la que el elemento figurado reemplaza al real, sin que este pueda recuperarse por contexto. En los casos de las metáforas puras, la estructura comparativa se vuelve implícita y queda en los receptores recuperar la traslación efectuada, ya que el autor o la autora no deja marcas de interpretación. Por ejemplo:
- Hoy la ciudad se vistió de fiesta.
- Un vendaval arrasó nuestro matrimonio.
- Martín creció en una cajita de cristal.
- El cielo entero llora tu ausencia.
- Las nieves del tiempo platearon mi sien. (Gardel y Lepera, “Volver”, 1935)
Metáforas impuras
Las metáforas son impuras cuando el término figurado que la conforma no reemplaza al real sino que lo acompaña en la misma estructura. En estas frases, el elemento real y el figurado aparecen conectados a través de una preposición, de una aposición o de verbos copulativos como ser, estar o parecer.
Al leer estas metáforas, el receptor debe trabajar menos en la tarea de recuperación del sentido porque el elemento real referido está presente en el contexto y orienta la interpretación. Por ejemplo:
- Las perlas de tus ojos encienden mi amor con sus destellos.
- Mi profesión es el motor de mi existencia.
- Estoy tan cansada que mi mente es un desierto.
- Este lugar parece un cuento de hadas.
- El incendio, enorme racimo de lenguas de fuego, se acercaba a nosotros.
Importante: Las metáforas pueden clasificarse dentro de ambos grupos al mismo tiempo. Es decir, una metáfora puede ser pura y, a la vez, literaria; y otra puede ser metáfora impura y también cotidiana.
Más ejemplos de metáforas
- El que quiere celeste, que le cueste.
- En casa de herrero, cuchillo de palo.
- Perro que ladra, no muerde.
- Mi hermana no está nunca en la casa, es un holograma.
- Morí de frío esperándote ayer.
- La receta para rendir bien el examen: 400 gramos de estudio y 600 de confianza en ti misma. Revolver bien.
- Desde que te conocí, lo único que veo es tu rostro en todos lados.
- Hay hombres mitad pez, mitad viento. (Pablo Neruda, Las uvas y el viento, 1954)
- Soy / lo gris contra lo gris. (José Watanabe, “El lenguado”, 1999)
- La jaula se ha vuelto pájaro / y se ha volado. (Alejandra Pizarnik, “El despertar”, 1958)
Diferencia entre metáfora y símil
Tanto la metáfora como el símil pertenecen al grupo de figuras de significación o tropos, que consiste en el uso de palabras en sentido figurado para describir ciertos conceptos.
El símil es una figura retórica que establece una semejanza entre dos elementos, pero, a diferencia de la metáfora, no se estructura como un reemplazo, sino como una comparación. Además, ambos elementos comparados deben estar mencionados y relacionados entre sí de manera clara, no imaginaria. Es decir que el símil no consiste en una traslación del sentido como la metáfora, sino en una estructura comparativa llana.
Un símil de amplia difusión es aquel que plantea que la vida humana se estructura como el ciclo natural de las estaciones del año. Así, se suele hablar de la juventud como la primavera de la vida y de la vejez como el otoño. Por ejemplo: La juventud se parece a la primavera de la vida: en ella el cuerpo y el espíritu brotan como flores en el campo.
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Referencias
- Aristóteles. 1946. Poética. 21. Traducción de García Baca.
- Real Academia Española. 2001. Diccionario de la lengua española, 23.ª ed.
- Román Román, I. 1991. “La metáfora en los estudios estilísticos: Revisión”. Anuario de estudios filológicos, Vol. 14, págs. 449-474. Universidad de la Rioja.
- Shklovski, V. 1917. “El arte como artificio”, recopilado por Tzvetan Todorov en Teoría de la literatura de los formalistas rusos. Siglo XXI.
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