Escribir bien es una habilidad muy importante para los estudiantes, y también lo es para los adultos, dado que frecuentemente, en el ámbito laboral, la correcta escritura de textos es una herramienta imprescindible.
Un texto bien escrito es aquel que refleja con claridad y precisión las ideas que se propone transmitir, y que lo hace ajustándose al registro y las estructuras adecuados para ese propósito. Es posible mejorar la escritura teniendo en cuenta algunas recomendaciones.
Considerar el objetivo del escrito
La primera acción para avanzar en la elaboración del escrito es identificar con claridad el propósito y el tipo de texto que se corresponde con este. Si se trata de una tarea escolar, la lectura atenta de la consigna es fundamental para determinar las decisiones posteriores. En la elaboración de textos académicos y laborales, también es importante ordenar las ideas y clarificar la intención del escrito.
Entonces, cabe preguntarse: ¿Qué quiero decir? ¿Cuál será la mejor manera de decirlo? ¿Qué propósito persigo con este escrito?
Tener en cuenta quién será el lector del texto
La adecuación es una propiedad fundamental de los textos. Se refiere a las elecciones de registro (formal o coloquial) y, en función de eso, de un vocabulario y un estilo que se correspondan con el contexto y con el lector imaginado para el escrito. Es decir, para que el texto sea efectivo, quien escribe debe considerar al destinatario en el momento de concebirlo.
Por eso, debemos preguntarnos: ¿Quién va a leer mi texto? ¿A quién está dirigido? ¿Resulta claro para mi público ideal?
Armar un plan para el texto
La planificación del escrito ofrece un panorama general del texto y de su objetivo. La elaboración de un plan permite guiar la redacción, de modo de no perder de vista para qué y para quién se está escribiendo. También ofrece la posibilidad de volver atrás, replantear algún aspecto, determinar cuál es el mejor orden para la exposición y trabajar sobre la estructura que organizará la información. Una vez definidas estas cuestiones, solo resta encontrar la mejor manera de plasmar los temas pautados.
Entonces, nos podemos preguntar: ¿Qué organización textual es la mejor para expresar lo que deseo? ¿Me encuentro siguiendo el plan que me propuse? ¿Este plan se condice con mi propósito?
Importante: Todo texto incluye tres partes, que son la introducción, el desarrollo y la conclusión. Aun cuando las características de estas partes dependen en cierta medida del género discursivo, cada una tiene una función específica:
- La introducción implica una presentación del tema y los objetivos.
- El desarrollo es el espacio destinado al despliegue de la exposición o de los argumentos.
- La conclusión ofrece un cierre al texto, en el que se refuerza la idea general y se suman reflexiones a partir de la información que ya ha sido expuesta.
Romper con el “miedo a la hoja en blanco”: empezar a escribir
Empezar a escribir suele ser difícil porque la página en blanco puede paralizarnos y hacernos creer que no tenemos ideas suficientes para plasmar, o que tenemos tantas ideas que no sabemos por dónde comenzar.
Para empezar a escribir, conviene eliminar las distracciones y disponer de tiempo suficiente como para poder dedicarle al escrito. Además, podemos hacer una lluvia de ideas, realizar un boceto con la estructura, armar esquemas visuales que nos sirvan de base. Lo importante es comenzar, luego tendremos tiempo de revisar lo escrito.
Entonces, podemos preguntarnos: ¿Dispongo del tiempo suficiente para sentarme a escribir? ¿Estoy en un ámbito adecuado para concentrarme? ¿Cómo comienzo mi escrito? ¿Cuáles son las ideas principales que quiero transmitir? ¿Cómo podría ordenarlas?
Cuidar la coherencia del texto
Un texto bien elaborado debe mantener una unidad de sentido, que se despliega desde la primera a la última oración y que permite que el lector pueda identificar el tema general y los subtemas que aborda. Que un texto sea coherente no quiere decir que exponga un único tema o cuestión, sino que no presente contradicciones lógicas y que quien lo lea puede seguir las relaciones entre las ideas que se proponen.
Así, podemos preguntarnos: ¿Existe alguna incoherencia en mi texto? ¿Mis ideas se autosustentan o se contradicen? ¿Están en un orden lógico? ¿Las conclusiones se relacionan con lo que se expuso a lo largo del texto?
Usar conectores y nexos
Los conectores son palabras con las que se vinculan oraciones, párrafos o partes de un texto, y que contribuyen a establecer una relación lógica entre las ideas. Están estrechamente relacionados con la coherencia textual, dado que marcan la articulación entre los razonamientos que se establecen en el texto y, por lo tanto, facilitan su comprensión. Además, favorecen la cohesión del texto, ya que el uso de conectores y también de pronombres permiten vincular las oraciones entre sí y asegurar la continuidad del discurso.
En este sentido, puede ayudar hacerse las siguientes preguntas: ¿Las oraciones se vinculan bien unas con otras? ¿Los párrafos se encuentran articulados entre sí a través de conectores y nexos? ¿He repetido algún nexo y podría modificarlo?
Consultar diccionarios, sinónimos, vocabulario
Hoy en día, internet pone información de todo tipo a disposición de los usuarios. Hacer uso de esta herramienta contribuye a mejorar el texto y, a la vez, amplía el vocabulario y los conocimientos generales. Las dudas de escritura y ortografía pueden resolverse consultando los materiales de la Real Academia Española. También es recomendable tener a mano un diccionario de sinónimos, para evitar repeticiones innecesarias. En caso de ofrecer bibliografía, es importante conocer las pautas para citar correctamente las referencias.
En relación con esto, cabe preguntarse: ¿Estoy repitiendo palabras por demás? ¿Podría usar sinónimos? ¿Tengo que confirmar el significado de algún término que me genere dudas? ¿El vocabulario se corresponde con el tipo de texto que estoy escribiendo?
Revisar el escrito
El trabajo de escritura debe concluir con una revisión detenida, que permita detectar errores ortográficos y de tipeo, puntuación, repeticiones y fragmentos poco claros. Implica que quien lo escribió pueda tomar distancia, separarse del texto y analizarlo críticamente. Se debe verificar que el escrito final cumpla con la intención con que se planteó al principio. Algunas preguntas útiles para formularse en la instancia de revisión son:
- ¿El contenido coincide con el objetivo inicial? Si se trata de un trabajo escolar, ¿responde adecuadamente a la consigna indicada por el profesor?
- ¿Está organizado en una introducción, un desarrollo y una conclusión?
- ¿El texto prevé que el lector desconozca el tema a tratar?
- ¿Está organizada la información?
- ¿Es clara la relación entre las distintas ideas que se exponen?
- ¿Hay un párrafo al final de cierre para que el escrito no termine abruptamente?
- ¿El estilo del texto es adecuado al contexto y al lector?
Cuidar la ortografía y la puntuación
Escribir bien también implica ser riguroso en el uso de las normas de escritura, conocer las formas correctas de escribir las palabras y aplicar los signos de puntuación adecuadamente. Un texto con faltas ortográficas puede traer confusiones y malos entendidos, además de dejar una mala impresión en el lector que las detecte.
Es importante, entonces, preguntarnos: ¿He cuidado la ortografía de mi escrito? ¿Debo confirmar la ortografía de alguna palabra? ¿Verifiqué la puntuación?
Signos de puntuación más comunes y sus respectivos usos:
- Punto. Se usa para separar oraciones o ideas diferentes.
- Coma. Indica una pausa leve y se usa para separar palabras o ideas, limitar aclaraciones y después de ciertas locuciones.
- Punto y coma. Señala una pausa media en la oración y se usa para enumerar elementos extensos o que contienen comas internas.
- Dos puntos. Se utilizan para empezar una enumeración, antes de una cita textual o para introducir oraciones que expresan una relación de causa-efecto, una conclusión o una explicación.
- Puntos suspensivos. Indican una interrupción en la frase y se usan para expresar duda, ironía, temor.
- Signos de exclamación. Se usan para enfatizar ideas, dar órdenes o mostrar sorpresa.
- Signos de interrogación. Se usan para expresar dudas o preguntas.
- Comillas.Se emplean para enmarcar citas textuales, destacar expresiones, encerrar significados o traducciones.
- Paréntesis. Se usan para hacer aclaraciones, referenciar bibliografía, ofrecer la traducción de términos extranjeros, introducir siglas o acrónimos.
Pedirle a alguien más que lea el texto
Frecuentemente, en la etapa de revisión, resulta muy difícil “separarse” del texto para leerlo criteriosamente, puesto que quien escribe suele estar muy implicado en la tarea. Atendiendo a este problema, una sugerencia es compartir el texto con alguien más: un compañero, un amigo o un pariente que pueda ofrecer una mirada objetiva y confirmar si las ideas se exponen con claridad.
Otras ideas para seguir mejorando tus escritos
Entender que la escritura es un proceso
Existe la idea errónea de que escribir consiste en volcar palabras en un papel o que su valor radica simplemente en que sea un escrito extenso. Sin embargo, no hay que perder de vista que se trata de una actividad intelectual igual de compleja que resolver un ejercicio de matemática. Como tal, requiere de reflexión y concentración, y también de mucha práctica. Por eso, el primer consejo es no desanimarse, atender a los errores y correcciones recibidas e insistir para obtener mejores resultados en una reescritura.
Buscar un espacio de trabajo adecuado
Como cualquier actividad que requiera concentración, es más fácil avanzar en el escrito si se cuenta con un espacio de trabajo silencioso y libre de distracciones. Se puede recurrir a las bibliotecas públicas o de la escuela, o acomodarse en el espacio menos visitado de la casa, desconectarse de internet y hacer a un lado el teléfono celular, para evitar perder el foco en la escritura.
No dejar la tarea de escritura para último momento
Muchos estudiantes tienen grandes dificultades para escribir y, por esta razón, postergan lo máximo posible la realización de las tareas que demandan escritura. Aunque es comprensible, no es una buena estrategia: la planificación, la escritura y la revisión requieren tiempo y es posible que una o más partes del boceto tengan que volver a plantearse. Tener el tiempo necesario para cumplir con las etapas de escritura permitirá alcanzar mejores resultados.
Buscar modelos del texto que se pretende escribir
Es lógico que parezca imposible hacer una tesis o una monografía si se desconocen estos géneros. Es imposible avanzar en la esquematización de un texto si no se sabe cómo se hace, qué estructura tiene y cuál es su objetivo. Buscar modelos que sean correctos y se ajusten con precisión a la tarea que se debe realizar facilitará el proceso de planificación y escritura.
Leer mucho
Para aprender a escribir bien, es importante sobre todo leer mucho, todo lo que podamos. Al leer, incorporamos sin darnos cuenta cuestiones vinculadas con la ortografía, el vocabulario, la manera de expresar ciertas ideas, entre otras. Por eso, la práctica habitual de la lectura es una de las herramientas más importantes para llegar a escribir bien.
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Referencias
- Ferrari, L. (2015). Leer y escribir en el ingreso a la universidad. Universidad Nacional de General Sarmiento.
- Manacorda de Rosetti, M. y Palisa Mujica de Lacau, M. (1962). Castellano. Tercer curso. (3a Ed.). Kapelusz.
- Valente, E. y García, M. (2019). Las prácticas de lectura y escritura en la comunidad académica. Universidad Nacional de General Sarmiento.
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