El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha es una novela del español Miguel de Cervantes Saavedra cuya primera parte fue publicada en 1605 y su segunda parte en 1615. En ella se narran las peripecias de don Quijote quien, de tanto leer novelas de caballerías, pierde el juicio y decide convertirse en un caballero andante. En compañía de su fiel escudero, Sancho Panza, decide imitar a los personajes de sus libros favoritos y salir al mundo a buscar aventuras y ayudar a los necesitados.
Si bien esta obra fue concebida como una parodia de las novelas de caballerías, la pluma magistral de Cervantes la convierte en una obra maestra, que se pregunta sobre los límites de la ficción y la realidad, sobre los múltiples puntos de vista y sobre el poder transformador de la voluntad.
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Resumen de la primera parte
La primera parte de Don Quijote de la Mancha fue publicada en 1605 y tuvo un gran éxito. En su prólogo, Cervantes dice que su objetivo es que “el melancólico se mueva a risa y el risueño la acreciente”.
En esta primera parte, Alonso Quijano enloquece por los libros de caballerías y cree que es un caballero andante y que el mundo que lo rodea es igual al de los disparatados libros que había leído.
Primera salida
Don Quijote se prepara para su primera salida y es armado caballero
Alonso Quijano es un hidalgo español que está obsesionado con los libros de caballerías y decide convertirse en caballero para ayudar a los necesitados y buscar aventuras. Para eso, busca unas armas que habían sido de sus bisabuelos, decide bautizar a su flaco rocín como Rocinante, a él mismo como “don Quijote” y buscar una dama de la que enamorarse: una sencilla campesina llamada Aldonza Lorenzo a la que él llama Dulcinea del Toboso.
Una vez hechos los preparativos, don Quijote se va de su casa una madrugada e inmediatamente se da cuenta de que no había sido armado caballero, por eso decide hacerse armar caballero por la primera persona con la que se tope. Así, llega a una venta a la que él considera castillo y le pide al ventero que le otorgue la orden de caballería. El ventero, viendo la locura de don Quijote, le sigue el juego, lo hace velar las armas en un corral y lo arma caballero ayudado por unas prostitutas a las que don Quijote considera doncellas.
Primeras aventuras de don Quijote
Una vez terminadas las ceremonias, el protagonista sale de la venta y escucha unos lamentos que provenían de un bosque y ve a un labrador que azotaba en la espalda a un muchacho llamado Andrés. Don Quijote pide explicaciones y el labrador le dice que el muchacho era su criado encargado de cuidar a sus ovejas y que cada día perdía una. Don Quijote obliga al labrador a liberar al muchacho y le hace jurar que pagaría la deuda de salario que con él tenía. El labrador, asustado, acepta las órdenes del caballero y este marcha feliz de haber tenido su primera aventura. Cuando el criado y el labrador quedan solos, el labrador ata a Andrés al árbol nuevamente y le propina incontables azotes.
Mientras tanto, don Quijote vuelve al camino y se encuentra con un grupo de mercaderes toledanos a quienes, al estilo de los libros de caballerías, obliga a declarar que Dulcinea del Toboso era la doncella más hermosa de la Tierra. Los mercaderes se niegan a hacerlo y el caballero arremete contra uno de ellos, con tanta mala suerte que Rocinante tropieza, cae y don Quijote queda tumbado en el piso, es apaleado por uno de ellos y encontrado más tarde por un vecino suyo, Pedro Alonso, a quien don Quijote confunde con un personaje de un romance. Este buen vecino lo sube a su jumento y lo lleva de vuelta a su casa. Allí, el ama, la sobrina, el cura, Pero Pérez y el barbero, maese Nicolás, reciben al herido caballero y lo acuestan en su cama.
Ese mismo día, el cura y el barbero, ayudados por el ama y la sobrina, deciden someter a escrutinio los libros de la biblioteca de don Quijote y quemar los libros de caballerías que le habían hecho perder el juicio.
Segunda salida
Aventura de los molinos de viento y batalla contra el vizcaíno
Don Quijote convence a un labrador vecino suyo, Sancho Panza, para que oficie de escudero y lo acompañe en sus aventuras y a cambio reciba una ínsula para gobernar. Sancho acepta gustoso y una noche, sin despedirse de nadie, parten los dos en busca de aventuras.
La primera que se les presenta es la famosa aventura de los molinos de viento: don Quijote confunde los molinos con gigantes y arremete con su lanza mientras su escudero le advierte de su error. El caballero queda tendido en el suelo y culpa al sabio Frestón, personaje de los libros de caballerías, de haber convertido los gigantes en molinos.
Más adelante se encuentran con dos frailes de San Benito y un grupo de viajeros a quienes don Quijote confunde con encantadores que llevan secuestrada a una princesa. A pesar de las advertencias de Sancho, el caballero intenta herir a uno de los frailes y después se acerca al carro donde viajaba la dama y le dice que ya la ha liberado de los encantadores y a cambio le pide que vuelva al Toboso a contarle a Dulcinea lo que don Quijote había hecho por ella. Un escudero vizcaíno que acompañaba a la dama amenaza al caballero con matarlo si no los deja seguir viaje y, por esto, se terminan enfrentando en batalla.
El capítulo VIII termina abruptamente mientras el vizcaíno y don Quijote quedan con las espadas en alto porque el narrador se disculpa y dice que el primer autor de esa historia no encontró nada más escrito sobre las hazañas de don Quijote pero que él, el segundo autor, encontró la continuación de los relatos en unos papeles viejos, escritos en árabe por Cide Hamete Benengeli, que un morisco bilingüe le tradujo. El capítulo IX continúa entonces la historia del vizcaíno quien es vencido por don Quijote y promete ir al Toboso a ponerse al servicio de Dulcinea.
Discurso de la Edad Dorada e historia de Marcela y Grisóstomo
Más adelante, don Quijote y Sancho se encuentran con unos cabreros quienes los invitan a cenar y pasar la noche. Ante unos atónitos oyentes, don Quijote da su famoso discurso de la Edad Dorada, en el que justifica la existencia de los caballeros andantes. Mientras están cenando, se enteran de la historia de Grisóstomo, un rico hidalgo que se había suicidado por no ser correspondido por su amada Marcela. Al día siguiente, durante el entierro del joven, conocen a Marcela, una muchacha que había decidido vivir libre y sin ataduras pero a quien acusaban de haber precipitado a la muerte a Grisóstomo. Don Quijote observa todo atentamente y defiende a la joven diciendo que ella nada tenía que ver con el suicidio de su enamorado.
Los protagonistas se adentran en el bosque buscando a Marcela para ponerse a su servicio, pero en el camino paran a descansar junto a un arroyo y sueltan al jumento de Sancho y a Rocinante. Este se acerca a las yeguas de unos yangüeses que estaban pastando y, en defensa, las yeguas lo muerden y le sacan la silla. Los yangüeses al ver un macho rodeando a sus animales, le lanzan piedras a Rocinante y lo dejan maltrecho. Don Quijote y Sancho quieren defenderlo pero son apaleados y heridos.
Don Quijote y Sancho en la venta
Esa tarde llegan a una venta a la que don Quijote considera castillo y son recibidos por la ventera, su hija y una moza llamada Maritornes, quienes le preparan una cama al hidalgo en un cobertizo en el que también dormía un arriero.
Por la noche, la moza había convenido visitar al arriero, pero don Quijote la confunde con una doncella y el arriero, celoso, le propina un golpe en la mandíbula. Alertado por el ruido, el ventero acude al cobertizo y Maritornes se esconde en la cama de Sancho, pero este se asusta y comienza a pegarle, el arriero golpea a Sancho para defender a la moza, el ventero a la moza por considerarla culpable de todo el escándalo y la moza a Sancho. Después de la trifulca, don Quijote prepara, bebe y da de beber a Sancho el bálsamo de Fierabrás que, según los libros de caballerías, tenía el don de curar cualquier herida, pero que en realidad le hace sentir peor.
Al día siguiente, el ventero le reclama el pago de la cama y la cena a don Quijote, pero este le responde que pensaba que era un castillo y no venta y que nunca leyó que los caballeros andantes tuvieran que pagar por una posada, así que parte sin pagar y Sancho, quien iba detrás de su amo, es manteado por un grupo de huéspedes que se divierten a su costa.
Aventuras de los ejércitos y de los batanes
Al salir de la venta, amo y escudero siguen su camino y don Quijote cree divisar a lo lejos dos grandes ejércitos que se van a enfrentar mientras que Sancho le dice que no son ejércitos sino rebaños de ovejas y carneros. Sin escucharlo, el caballero arremete con furia contra los animales, y los pastores, desde lejos, le lanzan piedras para que pare. Don Quijote cae de Rocinante, los pastores lo creen muerto y se marchan con sus rebaños. Sancho acude a ayudar a su amo y este le dice que seguramente el hechicero que lo persigue había convertido a los ejércitos en rebaños para que él no alcanzara la gloria.
Cuando anochece, se cruzan con un grupo de peregrinos que llevaban un hombre muerto en una litera y don Quijote cree que es un caballero a quien debe vengar, por eso se enfrenta y golpea a los hombres que formaban el cortejo fúnebre quienes iban desarmados. Cuando se da cuenta de su error, don Quijote los deja ir. Durante esta aventura Sancho llama a su amo Caballero de la Triste Figura y ese nombre es el que usará en adelante don Quijote.
Esa noche, se adentran en un prado y oyen unos ruidos aterradores que el caballero cree que son gigantes, pero al día siguiente comprueba que son golpes de un batán que se movía con la corriente del arroyo.
El yelmo de Mambrino y la liberación de los galeotes
En el camino se encuentran con un barbero que llevaba su bacía, un cuenco en el que se remojaban las barbas, en la cabeza, puesto que llovía y no quería mojarse su sombrero. Don Quijote confunde la bacía de barbero con el yelmo de Mambrino, que aparecía en los libros de caballerías que él había leído, y ataca al hombre para sacársela, este huye y don Quijote se queda con la bacía.
Acto seguido, ven venir por el camino un grupo de galeotes o prisioneros encadenados que iban custodiados por dos hombres a caballo. Don Quijote les pregunta a los prisioneros cuál era el motivo de su cautiverio y cada uno le cuenta jocosamente su delito. Uno de ellos, llamado Ginés de Pasamonte, le dice que estaba escribiendo sus memorias, que eran mucho mejores que El Lazarillo de Tormes. Después de escuchar a los galeotes, don Quijote les ordena a los guardias que los liberen, pues iban encadenados contra su voluntad. Los guardias se oponen, el caballero arremete contra ellos, libera a los galeotes y les ordena que deben ir al Toboso a ponerse al servicio de Dulcinea. Los liberados prisioneros le dicen que no pueden, que deben separarse porque la Santa Hermandad los iría a buscar. Ante esto, el caballero los insulta y ellos les lanzan piedras y escapan.
Don Quijote y Sancho en Sierra Morena y la historia de Cardenio
Sancho, temeroso de que las autoridades los culpen de haber incumplido la ley, convence a don Quijote de esconderse en Sierra Morena durante unos días. Apenas se adentran en las montañas, encuentran una valija abierta con ropa, dinero y un cuaderno que parece ser de un desdeñado amante. Más adelante, conocen a Cardenio, el dueño de la maleta, que había enloquecido y decidido vivir en esas montañas por culpa de sus amores frustrados. Este personaje les cuenta que estaba enamorado de una doncella llamada Luscinda pero que un buen amigo de él, don Fernando, se la había arrebatado, dejando a su vez, deshonrada a Dorotea, una muchacha a la que le había prometido matrimonio.
Don Quijote decide quedarse haciendo penitencia en ese lugar, al estilo de los caballeros andantes, y enviar a Sancho con una carta para Dulcinea. Cuando Sancho se marcha, se encuentra por el camino con el cura y el barbero, que estaban buscando a don Quijote para llevarlo de vuelta a su aldea. Una vez que los tres vuelven a Sierra Morena, se encuentran con una dama disfrazada de mozo y descubren que era Dorotea, la muchacha agraviada por don Fernando. Ella se dispone a ayudarlos para engañar a don Quijote, se disfraza de la princesa Micomicona y le pide al caballero que la ayude a liberar a su reino de un gigante. Este acepta gustoso, todos reemprenden la marcha hasta la venta nuevamente y en el camino se encuentran con el mozo Andrés, a quien supuestamente don Quijote había salvado de los latigazos de su amo, pero el joven le dice que si alguna vez se cruzan nuevamente, no lo ayude, porque después de irse don Quijote, el amo le había seguido pegando hasta dejarlo casi muerto.
Otra vez en la venta
En la venta don Quijote se va a dormir y durante la cena el cura comienza a leer para los comensales una novela llamada El curioso impertinente hasta que escuchan un ruido proveniente de la habitación del caballero y descubren que, en su locura, había confundido unos cueros de vino tinto con un gigante y estaba peleando contra ellos. Después de este episodio, llegan a la venta Fernando y Luscinda y logran arreglar sus problemas amorosos con Cardenio y Dorotea. También llega a la venta un caballero vestido como moro que acompañaba a una dama mora llamada Zoraida que buscaba bautizarse. Cuando están todos reunidos alrededor de la mesa, don Quijote da su famoso discurso de las Armas y las Letras y el recién llegado cuenta la historia de amor con Zoraida.
Por la noche, don Quijote quiere hacer guardia fuera de lo que él considera castillo y la hija del ventero y Maritornes le hacen una broma y lo dejan atado colgando de la mano de una de las paredes de la venta. Una vez que lo desatan, llega a la venta el barbero al que le habían quitado la bacía y los aparejos de su rucio y los reclama. Sancho y don Quijote se niegan a devolverlos, interviene un cuadrillero de la Santa Hermandad y terminan peleándose todos contra todos hasta que don Quijote llama a la calma y logran ponerse de acuerdo. Uno de los cuadrilleros que estaba en la venta recuerda que tenía orden de capturar a don Quijote por la liberación de los galeotes, pero don Fernando lo convence de que estaba loco y de que no había querido hacer mal a nadie.
Encantamiento y vuelta a la aldea
Después de pasar dos días en la venta, deciden que es hora de marchar y para que don Quijote no se resista todos se disfrazan, consiguen una jaula y por la noche lo meten adentro y, por medio de una profecía, le hacen creer que era un encantamiento y que pronto se casaría con Dulcinea. Antes de salir de la venta, el cura, el barbero, don Quijote y Sancho se despiden del resto de los huéspedes y emprenden su camino. En él, se encuentran con un canónigo de Toledo que se sorprende al ver a don Quijote dentro de la jaula hasta que el cura le explica su locura. Cuando paran a descansar, don Quijote confunde a un grupo de peregrinos con secuestradores que llevaban prisionera a una doncella, que en realidad era una imagen de la Virgen María.
Después de seis días de viaje llegan a la aldea donde el caballero es recibido por el ama y la sobrina, y Sancho por su mujer, Juana Panza.
Resumen de la segunda parte
La segunda parte de Don Quijote de la Mancha fue publicada en 1615 y en su prólogo, Cervantes se defiende de las acusaciones de un tal Avellaneda que había publicado una segunda parte apócrifa de la novela.
Durante esta segunda parte, don Quijote sale por tercera vez en busca de aventuras, acompañado por su fiel escudero, Sancho Panza, y la novedad es que el autor juega con los distintos niveles de realidad porque los personajes conocen y son conscientes de la existencia de un libro llamado Don Quijote de la Mancha que narra las historias del amo y el escudero.
Tercera salida
Don Quijote y Sancho en el Toboso
Después de un mes del regreso de los personajes al final de la primera parte, el cura y el barbero comprueban que don Quijote no había recuperado el juicio y seguía creyendo que era un caballero andante. El caballero recibe la visita de su escudero y la del bachiller Sansón Carrasco, quien había estudiado en Salamanca y trae noticias de una novela, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, que narra las aventuras del amo y su escudero durante su primera y segunda salida. Don Quijote y Sancho se ponen de acuerdo en que saldrán de vuelta a los caminos a buscar aventuras y, a pesar de los lamentos del ama y de la sobrina, marchan hacia el Toboso a buscar la bendición de Dulcinea.
Una vez que llegan allí, Sancho le hace creer a don Quijote que una labradora era en realidad Dulcinea, pero que estaba encantada. A lo largo de toda esta segunda parte, ya no será don Quijote quien manipule la realidad para adaptarla a los libros de caballerías, sino que los que lo rodean se ocuparán de crearle un mundo de fantasía.
Enfrentamiento entre don Quijote y el Caballero de los Espejos
Más adelante, se topan con una carreta de actores disfrazados que los burlan y siguen su camino. A la noche se encuentran con un caballero andante, el Caballero de los Espejos, que en realidad era el bachiller Sansón Carrasco disfrazado, quien afirmaba haber derrotado a don Quijote. Este lo reta a singular batalla y el bachiller impone la condición de que aquel que perdiera, debería obedecer y ponerse al servicio del ganador.
Sorprendentemente, don Quijote logra derrotar al Caballero de los Espejos quien, cuando cae del caballo, muestra su verdadero rostro. Don Quijote cree que esa transformación es producto de un encantamiento, al igual que el de Dulcinea, y el lector después se entera de que el bachiller había tramado el embuste con el cura y el barbero, para vencer a don Quijote y obligarlo a no salir de su aldea durante dos años.
Don Diego de Miranda y la aventura de los leones
Don Quijote queda muy contento después de su victoria y se encuentra con un hidalgo rico, Diego de Miranda, a quien el caballero andante aconseja sobre un problema con un hijo amante de las letras y quien lo acompañará varias jornadas. A lo lejos ven venir un carro con banderas reales y don Quijote, como hace habitualmente, considera que es una aventura que se le presenta. El conductor de la carreta les cuenta que en ella llevaba dos jaulas, una con un león y otra con una leona, que eran regalos para el rey. Don Quijote ve la oportunidad de un enfrentamiento con el león, obliga al conductor a abrir la puerta de la jaula y espera con su espada y su escudo el ataque del animal. El león se levanta, asoma la cabeza por la abertura de la reja y vuelve a acostarse.
Diego de Miranda, a quien don Quijote llamaba Caballero del Verde Gabán, descubre que estaba frente a un loco, que hablaba con sabiduría, pero obraba con locura. A partir de esa aventura, don Quijote decide llamarse el Caballero de los Leones. El Caballero del Verde Gabán los invita a hospedarse en su casa, que era la de un hidalgo rico y ahí conocen a su esposa y a su hijo poeta, don Lorenzo, quien deleita a don Quijote con unos versos de su invención.
Las bodas de Camacho
Después de tres días, amo y escudero deciden seguir camino, se despiden de sus anfitriones y a poca distancia se encuentran con dos estudiantes que se dirigían a las bodas de Camacho, el rico, con Quiteria, quien en realidad estaba enamorada de Basilio. Don Quijote y Sancho los acompañan y cuando llegan al lugar de las bodas, Sancho se regocija en la abundancia de alimentos.
Durante la boda se aparece Basilio y se clava un puñal en el corazón y mientras agoniza, le pide a Quiteria que se case con él, aunque tan solo sea por hacerlo feliz antes de su muerte; la mujer acepta, se casan frente al cura e inmediatamente Basilio se incorpora dando a entender que había sido todo un embuste. Don Quijote interviene y logra sosegar los ánimos de los presentes, quienes terminan en paz.
La cueva de Montesinos
Después de quedarse tres días con los novios, amo y escudero parten hacia la cueva de Montesinos, donde don Quijote espera vivir una gran aventura, y lo hacen acompañados por un primo de uno de los estudiantes que se habían cruzado por el camino quien sabía bien cómo llegar. Una vez allí, el primo y Sancho atan al caballero a una soga y lo hacen descender dentro de la cueva donde lo dejan media hora y cuando lo suben, ven que estaba dormido. Al despertarse, don Quijote cuenta todas las maravillosas aventuras que había vivido, que incluían haber visto a Dulcinea encantada.
Batalla contra los títeres
Más tarde, don Quijote, Sancho y el primo del estudiante llegan a una venta, a la que don Quijote reconoce como venta y no como castillo, donde aparece un famoso titiritero que tenía un mono capaz de adivinar el pasado de quienes se lo preguntaban.
Este titiritero era en realidad Ginés de Pasamonte, el delincuente al que don Quijote había liberado en la primera parte, quien reconoce al caballero y le hace creer que el mono tenía el poder de reconocerlo. El titiritero monta un retablo para representar una obra de títeres y súbitamente don Quijote confunde lo que en ella sucede con la vida real, ataca a los personajes y destruye todo el retablo para después culpar a los hábiles encantadores por confundirlo.
Aventura de la barca encantada
Al salir de la venta, amo y escudero se dirigen al río Ebro pero en el camino encuentran un grupo de hombres armados que aguardaban la llegada de sus enemigos con quienes tenían una disputa por burlarse de ellos. Don Quijote quiere intervenir pero termina siendo atacado por los hombres y escapa junto a Sancho.
Cuando llegan a orillas del río ven una barca atada, se suben a ella y la desatan porque la locura de don Quijote le hacía creer que era una barca encantada. Se dejan llevar por la corriente hasta que en medio del río ven unos molinos que servían para moler el trigo, a los que don Quijote confunde con un castillo encantado. A los molineros que salieron a ayudarlos porque la barca se iba a estrellar los confunde con malvados enemigos. Los personajes logran salir de la barca antes de hacerse pedazos y son rescatados por los molineros.
En el castillo de los duques
Unos días después, se encuentran en el camino con una duquesa, ricamente ataviada, quien había leído la primera parte de Don Quijote de la Mancha, los reconoce, trata a don Quijote como un verdadero caballero y los invita a quedarse con ella y su marido, el duque, en su castillo.
Allí, el duque le ofrece a Sancho el gobierno de una ínsula y, junto a su mujer, organizan una serie de burlas para hacerles creer que todo sucede como en los libros de caballerías y entretenerse a costa de amo y escudero. Las burlas son crueles y la ingenuidad de don Quijote y Sancho hace que les crean a los duques hasta el final de su estadía. Algunas de sus farsas son: la aparición de Merlín quien dice que para desencantar a Dulcinea Sancho debía darse tres mil azotes y el vuelo sobre el caballo Clavileño, un caballo de madera que los iba a llevar a luchar contra el gigante Malambruno.
Gobierno de la ínsula Barataria
Después de ser aconsejado por su amo, Sancho parte a gobernar la ínsula Barataria y los dos amigos se separan. Don Quijote queda en el castillo de los duques donde es reclamado por los amores de Altisidora y es atacado por unos gatos, mientras que Sancho es recibido por los pobladores de la ínsula (que nada sabían del engaño de los duques), oficia de juez en una serie de conflictos entre vecinos y es admirado por su buen juicio.
Después de un supuesto ataque de enemigos a la ínsula, Sancho decide renunciar a su trabajo como gobernador y volver al servicio de su amo. Mientras tanto, don Quijote se compromete a ayudar a la hija de una de las dueñas de la duquesa, quien había sido deshonrada por un caballero.
Encuentro con los fingidos pastores y con Roque Guinart
Después de unos días, don Quijote les pide licencia a los duques para partir, pues consideraba que no era propio de los caballeros andantes estar tanto tiempo ociosos, los duques se lo conceden y amo y escudero parten para Zaragoza. En el camino encuentran a un grupo de doncellas y caballeros ricos que estaban vestidos de pastores y vivían en una fingida Arcadia.
Llegan a una venta a la que el caballero no confunde con castillo y allí escuchan a dos huéspedes hablar de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, escrita por un tal Avellaneda. Para contradecir al autor, don Quijote y Sancho deciden partir hacia Barcelona en vez de Zaragoza. Antes de llegar a la ciudad, pasan unos días con Roque Guinart, un famoso bandolero, y sus seguidores y son testigos de algunos hechos sangrientos.
Don Quijote y Sancho en Barcelona
En Barcelona los acoge Antonio Moreno, amigo de Roque Guinart, quien los engaña haciéndoles creer que una cabeza de bronce era capaz de adivinar el futuro.
Invitados por un general, Antonio, don Quijote y Sancho visitan una galera anclada en la playa y mientras estaban allí, son testigos de la persecución de un bergantín turco y de la muerte de dos soldados.
Una mañana, mientras don Quijote pasea por la playa se encuentra con un caballero que dice llamarse Caballero de la Blanca Luna, quien lo desafía a pelear con la condición de que si él lo vencía, don Quijote debía retirarse a su aldea durante un año. El caballero misterioso lo vence, don Quijote acepta su derrota y parte junto con Sancho de vuelta a su aldea.
Don Quijote le insiste a Sancho que debe pegarse tres mil azotes para desencantar a Dulcinea y promete pagarle por cada uno de ellos, entonces Sancho se esconde detrás de unos árboles y simula que se azota. En el camino de vuelta, pasan nuevamente por la fingida Arcadia y don Quijote propone hacerse pastores y vivir en el monte, como en las novelas pastoriles, después de su año de retiro. Una noche, mientras duermen bajo las estrellas, son llevados a la fuerza por un grupo de hombres a caballo hacia el castillo de los duques, donde presencian la farsa de la muerte y resurrección de Altisidora.
Vuelta a la aldea y muerte de don Quijote
Una vez que llegan nuevamente a la aldea, Sancho es recibido por su mujer Teresa y su hija Sanchica, y don Quijote enferma y está seis días en cama, cuidado por su sobrina y el ama y visitado por Sancho, el cura y el barbero.
Después de un sueño de más de seis horas, don Quijote despierta ya lúcido, reniega de los libros de caballerías y afirma ser Alonso Quijano, conocido como “el bueno”: “Felicitadme, buenos señores, porque ya no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de “bueno”. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula, y ya condeno y maldigo las odiosas historias de la andante caballería”. El hidalgo llama a un cura y a un escribano para confesarse y hacer su testamento y muere rodeado de sus amigos, su sobrina y el ama.
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Referencias
- Miguel de Cervantes. (2004). Don Quijote de la Mancha. Alfaguara.
- Riquer, Martín de, y Valverde, José María (2018). Historia de la literatura universal I. Gredos.
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