Monólogo interior

El monólogo interior es una técnica narrativa que exhibe el flujo de pensamientos de un personaje sin intervención del narrador, es decir, se exponen sus ideas, sus emociones y sus conflictos internos en el preciso momento en el que están apareciendo en su mente, de una manera directa.

Ejemplo de monólogo interior:

“Si no encuentro taxi no llego. ¿Quién sería el Príncipe Pío? Príncipe, príncipe, principio del fin, principio del mal. Ya estoy en el principio, ya acabó, he acabado y me voy. Voy a principiar otra cosa. No puedo acabar lo que había principiado. ¡Taxi! ¿Qué más da? El que me vea así. Bueno, a mí qué. Matías, qué Matías ni qué. Cómo voy a encontrar taxi. No hay verdaderos amigos. Adiós, amigos. ¡Taxi! Por fin. A Príncipe Pío. Por ahí empecé también. Llegué por Príncipe Pío, me voy por Príncipe Pío. Llegué solo, me voy solo. Llegué sin dinero, me voy sin… ¡Qué bonito día, qué cielo más hermoso! No hace frío todavía”.

Fragmento de Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos.

Las ideas presentes en el monólogo interior pueden ser pensamientos sueltos, cercanos a la asociación libre, o secuencias de pensamientos y emociones más organizadas y lógicas.

El monólogo interior surge a fines del siglo XIX, cuando Édouard Dujardin publica Han cortado los laureles (1887), tras lo cual esta técnica se volverá popular para los escritores modernistas. Está estrechamente vinculado con el concepto de corriente de conciencia (stream of consciousness), que fue descripto en 1890 por el estadounidense William James como el flujo de imágenes y de pensamiento verbal que no siempre se presenta de forma articulada.

En el monólogo interior, predominan dos formas:

  • Monólogo interior directo. Es el que exhibe el pensamiento del personaje en primera persona sin intermediación por parte del narrador.
  • Monólogo interior indirecto. Es el que exhibe el pensamiento del personaje en tercera persona con una presentación previa por parte del narrador, a través de fórmulas como “él pensó” o “sus pensamientos se dirigieron a”.

Características del monólogo interior

Las principales características del monólogo interior son:

  • Aproxima al lector a la mente del personaje de una manera directa y, a través de ella, a los acontecimientos narrados.
  • Predomina el tiempo psicológico por sobre el lógico, en tanto los acontecimientos se pueden presentar de forma desordenada y, por momentos, interrumpidos o inconclusos.
  • No está dirigido a ningún destinatario más que a la propia mente del personaje.
  • Destaca los sucesos del interior por sobre los del exterior.
  • Suele exhibir de forma alterada la sintaxis, la puntuación y la coherencia de las oraciones. Por lo general, se evitan los puntos y aparte para imitar el derrotero de los pensamientos en la mente.
  • Suele utilizar el tiempo presente, dado que se narra momento a momento lo que piensa el personaje.

Ejemplos de monólogo interior

  1. Fragmento de Han cortado los laureles (1887), de Édouard Dujardin (traducción: Marta Cerezales Laforet)

“... yo siento que me estoy durmiendo; se me cierran los ojos… aquí está su cuerpo, su pecho que sube y sube; y el tan suave perfume mezclado… la hermosa noche de abril… dentro de un rato pasearemos… el aire fresco… nos iremos… dentro de un rato… las dos velas… ahí… por los bulevares… ‘te amo más que a mis corderos’… te amo más… esa chica, ojos descarados, frágil, labios rojos… la habitación… la chimenea alta… la sala… mi padre… los tres sentados, mi padre, mi madre… yo… ¿por qué mi madre está pálida? Me mira… vamos a cenar, sí, en el bosquecillo… la criada… traiga la mesa… Lea… pone la mesa… mi padre… el portero… una carta… ¿una carta de ella?… gracias… una ondulación, un rumor, un amanecer… y ella, por siempre la única, la primera amada, Antonia… todo brilla… ¿se está riendo?… los faroles de gas se alinean hasta el infinito… ¡oh!… la noche… fría y helada, la noche… ¡Ah, menudo susto! ¿qué pasa?… me empujan, me sacuden, me matan… Nada… no pasa nada… la habitación… Lea… ¿córcholis?… ¿me he dormido?…”.

  1. Fragmento de Cinco horas con Mario (1966), de Miguel Delibes

“Desde luego, tenía unos ojos bonitos José María, y no es que fueran muy claros, entiéndeme, pero el borde como amarillento de las pupilas le daba una expresión felina, que Transi decía, lo recuerdo como si fuera hoy, veinticinco años, fíjate, ‘traspasa como si fueran rayos X’, y era verdad, [...] ¡qué poder!, hasta el día que se plantó y me dijo de sopetón: ‘¿No eres tú, pequeña, la chica que le gusta a mi hermano Mario?’, que yo, no quieras saber, ni contestar, salí despepitada y no paré de correr hasta la Plaza, que Transi, sin dejarlo, ‘¿estás tonta?’, pero yo ni sabía lo que hacía, como atontada, otro estilín que Gabriel y Evaristo, desde luego, pero mirarme José María y perder la cabeza era todo uno”.

  1. Fragmento de El sonido y la furia (1929), de William Faulkner (traducción: F. E. Lavalle)

“Por fin dejé de ver la chimenea. La carretera corría junto a un muro. Los árboles se inclinaban sobre el muro, salpicados de sol. La piedra estaba fría. Caminando a su lado se sentía frescor. Pero nuestra región no era como esta región. Había algo en el simple hecho de atravesarla. [...] Me dijeron que habrían de volver a romper el hueso y mi interior empezó a decir Ah Ah Ah y empecé a sudar. Qué me importa ya sé lo que es una pierna rota todo lo que es no será nada tendré que permanecer en casa un poco más eso es todo y los músculos de la mandíbula entumecidos y mi boca diciendo Esperad Esperad un momento a través del sudor ah ah ah entre dientes y Padre maldito caballo maldito caballo.

Esperad la culpa es mía. Todos los días él venía por la cerca con una cesta hacia la cocina arrastrando un bastón por la cerca todos los días yo me arrastraba hasta la ventana con la escayola y todo y le esperaba con un trozo de carbón Dilsey decía se va a destrozar es que no se le ocurre nada mejor no hace ni cuatro días que se la ha roto. Esperad enseguida me hago a la idea esperad un momento me haré a

Incluso el sonido parecía languidecer en este ambiente, como si se erosionase el aire al sostener sonidos durante tanto tiempo…”.

  1. Fragmento de Las olas (1930), de Virginia Woolf (traducción: Lenka Franulic)

“Aquí arriba, Bernardo, Neville, Jinny y Susana (todos menos Rhoda) rozan los parterres con sus redes para cazar mariposas y espantan a las mariposas posadas sobre las corolas temblorosas de las flores. Ellos rasan la superficie del mundo. Sus redes están llenas de alas palpitantes. ‘¡Luis, Luis, Luis!’ gritan, pero no pueden verme. Estoy al otro lado del seto. Solo hay pequeños resquicios, entre las hojas. ¡Oh, Señor, haced que se marchen de aquí! Señor, haced que desplieguen sus mariposas sobre sus pañuelos en medio de la arena, que cuenten a gusto sus mariposas color tortuga, sus mariposas rojas y las blancas. ¡Pero haced que yo permanezca invisible!... Yo soy verde como un tejo aquí, a la sombra del seto. Mis cabellos son hojas. Mis raíces llegan hasta el centro de la tierra. Mi cuerpo es un tallo. Aprieto el tallo y una gota lenta, espesa, se filtra por el orificio de la boca y se torna más grande. Algo rosado pasa por entre los resquicios de las hojas. El brillo de una mirada ha penetrado la grieta. Esta mirada me ciega. No soy ya sino un muchachito vestido con un traje de franela gris. Ella me ha descubierto. Siento un golpe en la nuca. Ella me ha besado. Todo se desmorona”.

  1. Fragmento de La regenta (1884) de Leopoldo Alas, alias Clarín

“¡Qué feliz sería aquel Magistral, anegado en luz de alegría virtuosa, llena el alma de pájaros que le cantaban como coros de ángeles dentro del corazón! Así él tenía aquella sonrisa, y se paseaba con tanto garbo por el Espolón en medio de perezosos del alma, de espíritus pequeños y… vetustenses. ¡Y qué color de salud!

”¡Vetusta, Vetusta encerraba aquel tesoro! ¿Cómo no sería Obispo el Magistral? ¡Quién sabe! ¿Por qué era ella, aunque digna de otro mundo, nada más que una señora ex-regenta de Vetusta? El lugar de la escena era lo de menos: la variedad, la hermosura estaba en las almas. Ese pajarillo no tiene alma y vuela con alas de pluma, yo tengo espíritu y volaré con las alas invisibles del corazón, cruzando el ambiente puro, radiante de la virtud”.

Diferencia entre monólogo interior, corriente de la conciencia y soliloquio

El monólogo interior, la corriente de la conciencia y el soliloquio son términos utilizados en la literatura para describir diferentes técnicas narrativas relacionadas con la representación de la mente y los pensamientos de los personajes.

A continuación, se detallan sus diferencias más representativas:

  • Monólogo interior. Se refiere a la representación de los pensamientos y reflexiones internas de un personaje de manera directa y sin mediación. Es una técnica que permite al lector acceder a los sentimientos y emociones más íntimos del personaje, como si estuviera escuchando su mente. Se presenta a menudo en forma de flujo de conciencia, sin una estructura lineal o coherente, capturando la corriente de pensamiento en bruto.
    Por ejemplo: el monólogo de Luis, en la novela Las olas, de Virginia Woolf.
  • Corriente de la conciencia. Es una forma de monólogo interior en el sentido de que busca representar los pensamientos y sentimientos internos de un personaje, pero se diferencia en que intenta reflejar de manera más fiel la forma caótica y desordenada en que los pensamientos se presentan en la mente. A menudo carece de una estructura clara y puede mezclar fragmentos de ideas, recuerdos y asociaciones libres en una narrativa fluida. Generalmente, no presenta signos de puntuación y puede no seguir las reglas de la gramática y la ortografía.
    Por ejemplo: el monólogo de Molly Bloom en Ulises, de James Joyce.
  • Soliloquio. Es una técnica dramática utilizada en el teatro, en la cual un personaje enuncia en voz alta sus pensamientos y sentimientos internos, generalmente mientras está solo en el escenario. A través del soliloquio, el personaje se comunica directamente con el público y revela sus emociones y reflexiones más profundas. A diferencia del monólogo interior y la corriente de la conciencia, el soliloquio tiene un propósito más dramático y es utilizado para dar a conocer los pensamientos del personaje, sin la intención de retratar un flujo de conciencia realista. Además, es emitido en voz alta y tiene al público como destinatario principal.
    Por ejemplo: el soliloquio que comienza con “Ser o no ser” en la obra de teatro Hamlet, de William Shakespeare.

Referencias

  • Interior monologue. (5 de junio de 2020). En Encyclopædia Britannica. https://www.britannica.com/art/interior-monologue.
  • Kłosińska, A. (2021). El monólogo interior. Intento de definición: “La Regenta” de Leopoldo Alas “Clarín” y “Cinco horas con Mario” de Miguel Delibes: dos monólogos polifónicos. Itinerarios, 3, 121-132.
  • Tacca, O. (1973). Las voces de la novela. Gredos.
  • Taddeo, C. P. (2019). Corrientes de la conciencia; soliloquio y monólogo interior en la novela moderna: Ulises y Mientras agonizo. Revista ​[sic], 23, 56-64.

Ejercicio: monólogo interior

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Rabotnikof, Vanesa (25 de octubre de 2024). Monólogo interior. Enciclopedia del Lenguaje. Recuperado el 3 de febrero de 2025 de https://lenguaje.com/monologo-interior/.

Sobre el autor

Autor: Vanesa Rabotnikof

Licenciada en Letras (Universidad de Buenos Aires). Especialización en Edición (Universidad Nacional de La Plata).

Revisado por: Natalia Ribas

Licenciada en Letras (Universidad de Buenos Aires)

Última edición: 25 de octubre de 2024

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