Ejemplos de diálogos

Un diálogo es un intercambio lingüístico oral o escrito entre dos o más personas que alternan los turnos de habla. Representa la principal forma de comunicación en la vida cotidiana y también aparece en textos literarios tanto narrativos como dramáticos.

1. Diálogo entre dos amigos

–¡Hola! ¿Cómo estás?
–¡Hola! Estoy bien, gracias. ¿Y tú?
–Estoy bien también. ¿Te gustaría salir a cenar esta noche?
–¡Claro! Suena genial. ¿Algún lugar en mente?
–He oído hablar de un nuevo restaurante italiano que acaba de abrir. ¿Qué te parece?
–Me encanta la comida italiana. ¿A qué hora?
–¿Te va bien a las 8 de la noche?
–Sí, a las 8 está bien. ¿Dónde queda el restaurante?
–Cerca de mi casa. Te enviaré la dirección en un rato.

2. Diálogo entre una madre y su hijo

–Tomás, ¡otra vez olvidaste tu campera en la escuela!
–¡No! No puede ser, yo la guardé en la mochila.
–Bueno, pero no está ahí. Tienes que ser más cuidadoso con tus cosas.
–Lo siento, mamá.

3. Diálogo entre dos actores antes de salir al escenario

–¿Estás nervioso?
–¡Un poco! Siempre siento mariposas en el estómago antes de una función.
–Lo entiendo. Pero sabes que somos buenos en esto. Vamos a dar lo mejor de nosotros.
–Tienes razón. Tenemos un gran elenco y ensayamos mucho.
–Así es. Y el público está ansioso por vernos actuar. ¡Vamos a hacerlos felices!

4. Diálogo en el recreo de la escuela

–¡Mira lo que traje hoy!
–¡Wow, eso se ve genial!
–Es un coche de carreras. Mi abuelo me lo dio el fin de semana pasado.
–¡Quiero verlo!
–Claro, aquí tienes. Pero ten cuidado, es frágil.
–¡Tiene muchos colores geniales! ¿Puede moverse?
–Sí, mira.
–¡Guau, eso es genial! ¿Puedo intentarlo?
–Por supuesto.

5. Diálogo entre una maestra y sus alumnos

–Buenos días, niños. ¿Cómo están?
–Bien, contentos de estar de vuelta en la escuela.
–¡Qué bueno, porque hoy vamos a trabajar con números!
–Me encantan los números.
–Abran sus cuadernos y empecemos por escribir la fecha de hoy. ¿Quién sabe qué día es?
–¡Yo! Ocho de septiembre.
–Muy bien, Jonás.

6. Diálogo entre un entrenador y un jugador de fútbol

–¡Bien, chicos! Hoy vamos a enfocarnos en mejorar nuestra defensa. Juan, quiero hablar contigo un momento.
–Sí, entrenador, ¿en qué puedo ayudar?
–Juan, has estado haciendo un gran trabajo en el campo, pero he notado que a veces te cuesta seguir de cerca a los delanteros rivales.
–Entiendo, entrenador. Haré todo lo posible para mejorar en eso.
–Eso es lo que quiero escuchar, Juan. Sabemos que tienes las habilidades para ser un gran defensor, pero necesitamos consistencia. En el próximo partido, quiero verte más atento en la defensa.
–Lo entiendo, entrenador. Trabajaré duro en ello.
–Confío en ti, Juan. Sigamos con el entrenamiento y asegurémonos de estar listos para el partido del sábado.

7. Diálogo en el supermercado

–Buenos días, ¿en qué puedo ayudarte?
–Buenos días. He encontrado este producto sin etiqueta de precio en el pasillo. ¿Podrías decirme cuánto cuesta?
–Por supuesto, lo revisaré en el sistema. ¿Puedo ver el producto, por favor?
–Claro, aquí tienes.
–Parece que este artículo no tiene un precio registrado en el sistema en este momento. Permíteme llamar a un colega para que pueda verificar el precio por ti.
–Está bien, gracias.

8. Diálogo después de un accidente vehicular

–¡Dios mío, lo siento mucho! No te vi en absoluto, me distraje.
–No te preocupes, pero esto es un desastre. ¿Estás bien?
–Sí, estoy bien, gracias. ¿Y tú? ¿Estás herido?
–No, estoy bien también, pero ambos autos están dañados. Deberíamos intercambiar información.
–Sí. Lo siento mucho.
–Bueno, esto es un dolor de cabeza, pero al menos nadie resultó herido gravemente.
–Sí, tienes razón. Deberíamos llamar a la policía para que tome nota del accidente.
–Sí, eso es lo mejor. Nos ayudará con el proceso de reclamación.

9. Diálogo entre dos estudiantes en la universidad

–Estoy muy nervioso. Estudié mucho para este examen y siento que si no apruebo no podré seguir la carrera.
–No digas eso, Carlos. Siempre piensas que no sabes lo suficiente y después logras una buena nota.
–No siempre, recuerda el examen final de Filosofía. Nunca olvidaré la cara del profesor cuando me dijo que había desaprobado.
–Es que el profesor Romero es muy exigente, pretende que los alumnos sepamos lo mismo que él sabe.
–No sé, necesito tomar un té para calmar mis nervios.
–Bueno, vamos a la cafetería y repasemos lo que nos falta.
–Me parece buena idea.
–Vamos.

10. Diálogo en una entrevista televisiva

–¡Buenas noches a todos nuestros televidentes! Hoy tenemos un invitado muy especial en el estudio. Les presento a Juan Rulo, quien está postulándose para la presidencia. Bienvenido, Juan.
–¡Buenas noches! Gracias por invitarme.
–Es un placer tenerte aquí. Para empezar, ¿puedes contarnos cuáles son las principales razones por las que has decidido postularte como presidente?
–Por supuesto. Creo que nuestro país se enfrenta a desafíos significativos en este momento, desde la economía hasta la educación y la salud. Mi motivación principal es trabajar en soluciones efectivas para abordar estos problemas y mejorar la vida de nuestros ciudadanos.
–Excelente. Hablando de desafíos, ¿cuál es tu enfoque en cuanto a la economía y el empleo?
–La economía es una preocupación central. Mi enfoque es fomentar el crecimiento económico sostenible, promover la creación de empleo y garantizar que haya igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos. Esto incluye medidas para fortalecer la educación y la capacitación de la fuerza laboral.

11. Diálogo en una entrevista laboral

–Buenas tardes, Romina. Gracias por venir hoy.
–Buenas tardes, es un placer estar aquí. Gracias por considerar mi candidatura.
–El placer es nuestro. Comencemos por preguntar sobre tu experiencia previa. ¿Puedes hablarnos un poco más sobre tus antecedentes laborales y tu experiencia relevante para el puesto?
–Por supuesto. He trabajado en la industria petrolera durante diez años, donde me he especializado en comercialización. Durante mi tiempo en ese trabajo, tuve la oportunidad de liderar proyectos que tuvieron resultados beneficiosos para la compañía. 
–Eso suena impresionante. Por otro lado, sabemos que la colaboración en equipo es fundamental en nuestro entorno de trabajo. ¿Puedes compartir un ejemplo de un proyecto en el que hayas trabajado en equipo y cuál fue tu rol en ese proyecto?
–Claro. En mi rol anterior en Tucso S.A, formé parte de un equipo multidisciplinario en el proyecto “Llevando energía”. Mi responsabilidad principal era coordinar equipos, y trabajé en estrecha colaboración con miembros de otras compañías para lograr los objetivos planteados.
–Muy bien. La comunicación efectiva es esencial en nuestro equipo. ¿Puedes proporcionar un ejemplo de una situación en la que tuviste que manejar una comunicación difícil en el trabajo y cómo la abordaste?
–Por supuesto. En un proyecto anterior, surgió un desacuerdo entre dos miembros del equipo sobre la dirección que debíamos tomar. Organizamos una reunión para discutir el tema abierta y respetuosamente, escuchando las perspectivas de ambos lados y trabajando juntos para encontrar un compromiso que beneficiara al proyecto. Fomentar la comunicación abierta y el respeto mutuo fue fundamental para resolver el conflicto de manera positiva.
–Eso demuestra habilidades importantes de resolución de conflictos. Finalmente, ¿por qué crees que eres la candidata ideal para este puesto y qué aportarías a nuestro equipo?
–Creo que mi experiencia y habilidades me hacen una candidata fuerte para este puesto. Estoy entusiasmada con la oportunidad de contribuir al equipo y estoy comprometida a aportar mi experiencia, creatividad y dedicación para ayudar a alcanzar los objetivos de la empresa. Además, tengo un fuerte deseo de seguir aprendiendo y creciendo en esta industria.
–Gracias por compartir eso. Apreciamos tu interés en unirte a nuestro equipo. Revisaremos todas las candidaturas y te mantendremos informado sobre el proceso de selección. ¿Tienes alguna pregunta o comentario adicional antes de finalizar la entrevista?
–No, solo quiero agradecerles nuevamente por considerar mi candidatura. Estoy ansiosa por saber más sobre el proceso y espero tener la oportunidad de trabajar con ustedes.
–Gracias a ti, Romina. Te deseamos mucho éxito y te mantendremos informada pronto. ¡Ten un buen día!
–Gracias, ustedes también. ¡Hasta luego!

12. Diálogo de La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca

BERNARDA.–  ¡Angustias!
ANGUSTIAS.– Madre.
BERNARDA.–¿Pero has tenido valor de echarte polvos en la cara? ¿Has tenido valor de lavarte la cara el día de la muerte de tu padre?
ANGUSTIAS.– No era mi padre. El mío murió hace tiempo. ¿Es que ya no lo recuerda usted?
BERNARDA.–  Más debes a este hombre, padre de tus hermanas, que al tuyo. Gracias a este hombre tienes colmada tu fortuna.
ANGUSTIAS.– ¡Eso lo teníamos que ver!
BERNARDA.– Aunque fuera por decencia. ¡Por respeto!
ANGUSTIAS.–  Madre, déjeme usted salir.
BERNARDA.– ¿Salir? Después que te hayas quitado esos polvos de la cara. ¡Suavona! ¡Yeyo! ¡Espejo de tus tías!  (Le quita violentamente con un pañuelo los polvos.)  ¡Ahora, vete!

13. Diálogo de Esperando la carroza, de Jacobo Langsner

JORGE.– (En off.) ¡Susana!
SUSANA. – No puedo dejar la mayonesa. ¿Querés que se corte? (Aparece mamá Cora con su aire “ido”, como si flotara.)
MAMÁ CORA.– Tiene hambre, le prepararé la mamadera.
JORGE.– (Viniendo con la beba en brazos.) Hace media hora que tomó la última.
MAMÁ CORA.– Entonces le dolerá la barriguita. Le daré unas cucharaditas de tilo.
SUSANA.– (Molesta.) No le de nada, mamá Cora. Métanle el chupete en la boca y déjenla tranquila. (Jorge pasea a la bebita mientras le golpea la colita.)
MAMÁ CORA.– ¡Pero Susana! ¡Escupe el chupete! Se lo pongo y lo escupe todo el tiempo. Para mí que es tu leche, estás muy nerviosa últimamente.
SUSANA. – (Muy nerviosa.) ¡Ideas suyas! ¿Dónde me ve nerviosa? (A Jorge.) Fijate si se ensució.
JORGE.– (Fijándose.) Se ensució.

14. Diálogo de La cantante calva, de Eugène Ionesco

MARY.– (Entrando) Yo soy la criada. He pasado una tarde muy agradable. He estado en el cine con un hombre y he visto una película con mujeres. A la salida del cine hemos ido a beber aguardiente y leche y luego hemos leído el diario.
SRA. SMITH.– Espero que haya pasado una tarde muy agradable, que haya ido al cine con un hombre y que haya bebido aguardiente y leche.
SR. SMITH.– ¡Y el diario!
MARY.– La señora y el señor Martin, sus invitados, están en la puerta. Me esperaban. No se atrevían a entrar solos. Debían comer con ustedes esta noche.
SRA. SMITH.– ¡Ah, sí! Los esperábamos. Y teníamos hambre. Como no los veíamos llegar, comimos sin ellos. No habíamos comido nada durante todo el día. ¡Usted no debía haberse ausentado!
MARY.– Fue usted quien me dio el permiso.
SR. SMITH.– ¡No lo hizo intencionadamente!

15. Diálogo de El avaro, de Molière

VALERIO.– Deja esa melancolía, amada Elisa, y ten por seguro el total triunfo de nuestro amor.
ELISA.– ¿Cómo dudar del amor del que expuso su vida por salvarme del furor de las olas, del que, siendo caballero, viste la librea del lacayo por permanecer a mi lado? Es mi padre, con su terrible avaricia, quien motiva mi desasosiego.
VALERIO.– Confía en mi astucia y busca en tu hermano un aliado para nuestro deseo; habla con él, que yo, entretanto, con mi adulación me apoderaré poco a poco de la voluntad del viejo. (Sale.)

16. Diálogo de Hamlet, de William Shakespeare

BERNARDO.– ¿Quién está ahí?
FRANCISCO.– No, respóndame él a mí, Deténgase y diga quién es.
BERNARDO.– Viva el Rey.
FRANCISCO.– ¿Es Bernardo?
BERNARDO.– El mismo.
FRANCISCO.–  Tú eres el más puntual en venir a la hora.
BERNARDO.– Las doce han dado ya; bien puedes ir a recogerte.
FRANCISCO.– Te doy mil gracias por la mudanza. Hace un frío que penetra y yo estoy delicado del pecho.
BERNARDO.–  ¿Has hecho tu guardia tranquilamente?
FRANCISCO.– Ni un ratón se ha movido.
BERNARDO.–  Muy bien. Buenas noches. Si encuentras a Horacio y Marcelo, mis compañeros de guardia, diles que vengan presto.
FRANCISCO.– Me parece que los oigo. Alto ahí. ¡Eh! ¿Quién va?

17. Diálogo de Tres espejos, Luna, de Sebastián Vargas

– ¿Por qué juntas agua en un platito? Te convendría usar una cubeta.
– No es un plato, bruto –respondió ella–. Es un espejo. ¿Nunca has visto un espejo?
– No me llamo Bruto, sino Jian –respondió el–. Y no, nunca vi un espejo. ¿Para qué sirve?
– Para mirarse. Por ejemplo, para saber que estás embarrado hasta las orejas.
– ¿Podría usar tu espejo, Yue Chang? –preguntó él, sin hacer caso a la burla.

18. Diálogo de Aráoz y la verdad, de Eduardo Sacheri

– Perlassi es un tipo chapado a la antigua…no sé, de otro tiempo…eso tenés que entenderlo…¿Querés más guiso?
Aráoz declina con un gesto.
–Capaz que de lo que yo te conté te parece que es un viejo loco. Y en realidad siempre fue medio loco. De joven también, era.
–¿Por qué, loco?
–Bueno,, no sé si loco es la palabra. Porfiado. Cabeza dura. Cada vez que se le metía algo en la cabeza…De chico, eh. Siempre.
–¿Y qué tiene que ver eso con lo que yo vine a preguntarle?
–Mucho.

19. Diálogo de El matón que soñaba con un lugar en el paraíso, de Jonas Jonasson

–Gracias, madre. Si cree que una oración dirigida al cielo hará que mi vida sea más llevadera, entonces no, seré yo quien ponga objeciones.
La mujer sonrió y se hizo un sitio en el banco junto al recepcionista de descanso dominical. Y comenzó su trabajo.
–Señor, mira a tu hijo…Por cierto, ¿cómo te llamas?
–Per– respondió Per Persson, y se preguntó qué beneficio sacaría Dios de esa información.
–Señor, mira a tu hijo Per, mira cómo sufre…
–Bueno, sufrir, sufrir, lo que se dice sufrir…tampoco sufro tanto.

20. Diálogo de El Principito, de Antoine Saint-Exupéry

–Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…
–Tendremos que esperar…
–¿Esperar qué?
–Que el sol se ponga.
Pareciste muy sorprendido primero, y después te reíste de ti mismo. Y me dijiste:
–Siempre me creo que estoy en mi tierra

21. Diálogo de “El tonel de amontillado”, de Edgar Allan Poe

–Mi querido Fortunato –le dije–, ¡qué suerte haberte encontrado! ¡Qué buen semblante tienes! Figúrate que acabo de recibir un barril de vino que pasa por amontillado, pero tengo mis dudas.
–¿Cómo?,–exclamó Fortunato–. ¿Amontillado? ¿Un barril? ¡Imposible! ¡Y a mitad de carnaval…!
–Tengo mis dudas –insistí–, pero he sido lo bastante tonto como para pagar su precio sin consultarte antes. No pude dar contigo y tenía miedo de echar a perder un buen negocio.
–¡Amontillado!
–Tengo mis dudas.
–¡Amontillado!
–Y quiero salir de ellas.
–¡Amontillado!
–Como estás ocupado, me voy a buscar a Lucresi. Si hay alguien con sentido crítico, es él. Me dirá que…
–Lucresi es incapaz de distinguir entre amontillado y jerez.
–Y sin embargo no faltan tontos que afirman que su gusto es comparable al tuyo.
–¡Ven! ¡Vamos!
–¿Adónde?
–A tu bodega.
–No, amigo mío. No quiero aprovecharme de tu bondad. Noto que estás ocupado, y Lucresi…
–No tengo nada que hacer; vamos.

22. Diálogo de “El almohadón de plumas”, de Horacio Quiroga

–¡Señor!–llamó a Jordán en voz baja–. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.
Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.
–Parecen picaduras –murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
–Levántelo a la luz –le dijo Jordán.
La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
–¿Qué hay? –murmuró con la voz ronca.
–Pesa mucho –articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.

23. Diálogo de “Van al comando”, de Ítalo Calvino

–Al comando –decía el hombre armado–. Al comando, vamos. Media hora de marcha.
–¿Y después?
–Después ¿qué?
–Digo, si después dejarán que me vaya –dijo el hombre desarmado; a cada respuesta se quedaba escuchando, sílaba por sílaba, como buscando una nota falsa.
–Claro que dejarán que se vaya –dijo el hombre armado–. Yo entrego el documento del batallón, ellos anotan en el registro y después puede volver a su casa.
El desarmado sacudía la cabeza, adoptaba un aire pesimista.
–Eh, son cosas largas, comprendo… –decía, tal vez solo para oír que le repitieran: «Lo dejarán libre enseguida, se lo digo yo»–. Yo contaba–añadió–, yo contaba con estar en casa esta noche. Paciencia.
–Le digo que llegará –contestó el hombre armado–. El tiempo de tomarle la declaración y lo dejan libre. Tienen que borrar su nombre del registro de espías.
–¿Llevan un registro de espías?
–Claro que lo llevamos. A todos los espías los conocemos. Y los vamos atrapando uno por uno.
–¿Y mi nombre figura?
–Sí. También estaba su nombre. Ahora tienen que borrarlo porque, si no, corre el riesgo de caer preso de nuevo.
–Entonces tengo que ir allá, explicarles toda la historia.

24. Diálogo de “El escarabajo”, de Hans Christian Andersen

Y el escarabajo se adelantó:
–Primero los grandes, después los pequeños –dijo–, aunque no es el tamaño lo que importa.
Y alargó sus delgadas patas.
–¿Qué quieres? –le preguntó el herrador.
–Herraduras de oro –respondió el escarabajo.
–¡No estás bien de la cabeza! –replicó el otro–. ¿También tú pretendes llevar herraduras de oro?
–¡Pues sí, señor! –insistió, terco, el escarabajo–. ¿Acaso no valgo tanto como ese gran animal que ha de ser siempre servido, almohazado, atendido, y que recibe un buen pienso y buena agua? ¿No formo yo parte de la cuadra del Emperador?
–¿Es que no sabes por qué le ponen herraduras de oro al caballo? –preguntó el herrador.
–¿Que si lo sé? Lo que yo sé es que esto es un desprecio que se me hace –observó el escarabajo–, es una ofensa; abandono el servicio y me marcho a correr mundo.
–¡Feliz viaje! –se rió el herrador.
–¡Mal educado! –gritó el escarabajo, y, saliendo por la puerta de la cuadra, con unos aleteos se plantó en un bonito jardín que olía a rosas y espliego.

25. Diálogo de La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca

CLOTALDO.– ¿Podréte hablar?
BASILIO.–  ¡Oh Clotaldo,
tú seas muy bien venido!      
CLOTALDO.–  Aunque viniendo a tus plantas
es fuerza el haberlo sido,      
esta vez rompe, señor,         
el hado triste y esquivo,        
el privilegio a la ley,   
y a la costumbre el estilo.     
BASILIO.–  ¿Qué tienes?
CLOTALDO.–  Una desdicha,
señor, que me ha sucedido, 
cuando pudiera tenerla         
por el mayor regocijo.
BASILIO.–  Prosigue.
CLOTALDO.– Este bello joven,
osado o inadvertido,  
entró en la torre, señor,         
adonde al Príncipe ha visto, 
y es...
BASILIO.–  No te aflijas, Clotaldo.
Si otro día hubiera sido,        
confieso que lo sintiera;        
pero ya el secreto he dicho, 
y no importa que él lo sepa, 
supuesto que yo lo digo.

Sigue con:

Referencias

  • Beristáin, H. (1995). Diccionario de retórica y poética. Porrúa.
  • Bobes Naves, M. C. (2015). Diálogo. En Diccionario Español de Términos Literarios Internacionales. http://www.proyectos.cchs.csic.es/

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Travi, Catalina (25 de octubre de 2024). Ejemplos de diálogos. Enciclopedia del Lenguaje. Recuperado el 23 de noviembre de 2024 de https://lenguaje.com/ejemplos-de-dialogos/.

Sobre el autor

Autor: Catalina Travi

Profesora en Letras (Universidad Católica Argentina)

Revisado por: Inés Iraeta

Licenciada en Comunicación Periodística (Universidad Católica Argentina)

Última edición: 25 de octubre de 2024

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