El texto dramático es un texto escrito para ser representado frente a un público. De este modo, se diferencia de otros textos como la novela, el cuento o la poesía, cuyo fin último no es la representación sino la lectura. La esencia del texto dramático radica en la posibilidad de su puesta en escena.
Ejemplos de textos dramáticos:
- La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca.
- Romeo y Julieta de William Shakespeare.
- Edipo Rey de Sófocles.
La palabra drama, en literatura, no hace referencia a algo triste o desgraciado, sino que proviene del griego y se asocia con la idea de acción. En el género dramático se representa la acción de los personajes frente a los espectadores y de esta manera avanza la trama. Al no haber narrador, los personajes se caracterizan a partir de sus acciones, su vestimenta y lo que dicen de ellos mismos o de otros personajes.
- Ver además: Drama
La puesta en escena presenta una doble situación comunicativa: por un lado, los personajes en el escenario dialogan entre ellos y, por otro lado, los espectadores observan la representación y de alguna manera, dialogan con ella.
Características del texto dramático
Las principales características del texto dramático son:
- Es escrito para ser representado frente a un público.
- La trama avanza a partir de las acciones y diálogos de los personajes.
- Está formado por un texto primario (parlamentos) y un texto secundario (acotaciones o didascalias).
- Internamente, se divide en situación inicial, conflicto y resolución. Externamente, se divide en actos, cuadros y escenas.
- Desde la antigüedad se distinguen tres subgéneros dramáticos: tragedia, comedia y tragicomedia.
Elementos del texto dramático
El texto dramático es un texto doble, puesto que cuenta con un texto principal (parlamentos) y un texto secundario (acotaciones o didascalias).
- Texto principal. Está formado por los parlamentos, que son las intervenciones de los personajes. Puede darse en forma de:
- Diálogo. Conversación entre dos o más personajes. Hace avanzar la acción.
- Monólogo. El personaje manifiesta sus emociones y sentimientos como si dialogara consigo mismo.
- Aparte. El personaje se dirige al público para hacer algún tipo de comentario o aclaración y el resto de los personajes presentes en escena no lo oyen.
- Texto secundario. Está formado por acotaciones o didascalias, que son indicaciones para la puesta en escena de la obra.
- Acotaciones externas. Se encuentran al comienzo de los actos o escenas. Describen la escenografía, la época, la vestimenta de los personajes, la iluminación y los efectos de sonido. Se escriben en cursiva y no van entre paréntesis.
- Acotaciones internas. Se ubican al lado o en medio de los parlamentos de los personajes e indican gestos, movimientos, tonos de voz o el nombre del personaje al que se dirigen los actores. Se escriben en cursiva y entre paréntesis.
Estructura del texto dramático
Todo texto dramático está formado por una estructura interna y una estructura externa:
Estructura interna del texto dramático
El texto dramático plantea una historia de ficción y, al igual que la novela o el cuento, se divide principalmente en tres momentos:
- Situación inicial. Se presentan los personajes, el tiempo y el espacio y se muestran las fuerzas en tensión.
- Conflicto. Se da una lucha de intereses o fuerzas enfrentadas que hace avanzar la acción. Los personajes deben superar ciertos obstáculos (externos o internos) y llegan hasta el punto de mayor tensión dramática: el clímax.
- Resolución. Se resuelve el conflicto y las fuerzas en tensión disminuyen. Puede ser favorable o no para el protagonista.
Estructura externa del texto dramático
El texto dramático se divide en actos, cuadros y escenas:
- Actos. El texto teatral está dividido en partes menores llamadas actos o jornadas. El comienzo y la finalización de los actos se indica por la bajada del telón o un apagón y encendido de luces.
- Cuadros. Los actos pueden dividirse en cuadros. Los cambios de cuadros se relacionan con modificaciones en el tiempo y/o en el lugar de la acción.
- Escenas. Las escenas comienzan y terminan cuando sale o entra algún personaje.
Tipos de texto dramático
El teatro puede generar distintas emociones, puede alegrar, emocionar, generar reflexiones, críticas sociales. Debido a esto, desde sus orígenes en la Antigua Grecia, el género dramático se clasificó en tragedia, comedia y tragicomedia.
- Tragedia. Escenifica conflictos irreparables con un final trágico. Es un texto solemne que en sus orígenes recurría a los temas de la mitología. Las historias se centran en un héroe que lucha inútilmente contra un destino fatal del que no puede escapar. Sus personajes participan de conflictos serios y elevados y sus temas suelen ser el honor, el deber, la venganza. Su intención es que el espectador se sienta atravesado por el conflicto y tenga un efecto catártico.
Por ejemplo: Antígona de Sófocles, Macbeth de William Shakespeare, Bodas de sangre de Federico García Lorca. - Comedia. Escenifica los problemas de personas comunes en su vida diaria. Es de tono jocoso, su objetivo es entretener y hacer reír al espectador y suele presentar fuertes críticas sociales. Sus protagonistas se construyen a sí mismos y no luchan contra el destino inexorable como en las tragedias. Suelen tener finales felices y satisfactorios para los protagonistas.
Por ejemplo: Sueño de una noche de verano de William Shakespeare, La importancia de llamarse Ernesto de Oscar Wilde, Esperando la carroza de Jacobo Langsner. - Tragicomedia. Es un género a medio camino entre la tragedia y la comedia. Recupera los temas de la tragedia pero llevados adelante de una manera más amena y cercana.
Por ejemplo: La Celestina de Fernando de Rojas, La dama boba de Lope de Vega, La tempestad de William Shakespeare.
- Ver además: Características del género dramático
Ejemplos de texto dramático
- Yerma de Federico García Lorca (fragmento)
(Aparecen dos MUCHACHAS.)
MUCHACHA 1.ª: Por todas partes nos vamos encontrando gente.
YERMA: Con las faenas, los hombres están en los olivos, hay que traerles de comer. No quedan en las casas más que los ancianos.
MUCHACHA 2.ª: ¿Tú regresas al pueblo?
YERMA: Hacia allá voy.
MUCHACHA 1.ª: Yo llevo mucha prisa. Me dejé al niño dormido y no hay nadie en casa.
YERMA.: Pues aligera, mujer. Los niños no se pueden dejar solos. ¿Hay cerdos en tu casa?
MUCHACHA 1.ª:No. Pero tienes razón. Voy de prisa.
YERMA: Anda. Así pasan las cosas. Seguramente lo has dejado encerrado.
MUCHACHA 1.ª: Es natural.
YERMA: Sí, pero es que no os dais cuenta lo que es un niño pequeño. La causa que nos parece más inofensiva puede acabar con él. Una agujita, un sorbo de agua.
MUCHACHA 1.ª: Tienes razón. Voy corriendo. Es que no me doy bien cuenta de las cosas.
YERMA: Anda.
MUCHACHA 2.ª: Si tuvieras cuatro o cinco, no hablarías así.
YERMA: ¿Por qué? Aunque tuviera cuarenta.
MUCHACHA 2.ª: De todos modos, tú y yo, con no tenerlos, vivimos más tranquilas.
YERMA: Yo, no.
MUCHACHA 2.ª: Yo, sí. ¡Qué afán! En cambio, mi madre no hace más que darme yerbajos para que los tenga, y en octubre iremos al Santo que dicen que los da a la que lo pide con ansia. Mi madre pedirá. Yo, no.
- Hamlet de William Shakespeare, traducción de Inarco Celenio (fragmento)
Escena IV
HAMLET, OFELIA
HAMLET.- Existir o no existir, ésta es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?... Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir... y tal vez soñar. Sí, y ved aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos. Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga. ¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelías que recibe pacífico el mérito de los hombres más indignos, las angustias de un mal pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el desprecio de los soberbios? Cuando el que esto sufre, pudiera procurar su quietud con sólo un puñal. ¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando, gimiendo bajo el peso de una vida molesta si no fuese que el temor de que existe alguna cosa más allá de la Muerte (aquel país desconocido de cuyos límites ningún caminante torna) nos embaraza en dudas y nos hace sufrir los males que nos cercan; antes que ir a buscar otros de que no tenemos seguro conocimiento? Esta previsión nos hace a todos cobardes, así la natural tintura del valor se debilita con los barnices pálidos de la prudencia, las empresas de mayor importancia por esta sola consideración mudan camino, no se ejecutan y se reducen a designios vanos. Pero... ¡la hermosa Ofelia! Graciosa niña, espero que mis defectos no serán olvidados en tus oraciones.
- La nona de Roberto Cossa (fragmento)
(Se ilumina la cocina. En escena están Carmelo, que se pasea nerviosamente de un lado para otro; Anyula reza el rosario sentada en un rincón; Chicho está acodado en la mesa, con la cabeza entre las manos. Un instante después ingresa María desde la calle. Todos, menos Chicho, la miran expectantes.)
MARIA.- En el barrio nadie sabe nada.
CHICHO.- (Llora.) Mi Nonita...
CARMELO. - ¡Vos también, Chicho!
CHICHO.- Y fue por darle el gusto. Me dijo: «Chicho, sacame a pasear; nunca salgo; todo el día metida aquí adentro.»
MARIA.- Raro. Hace años que no dice de salir.
CARMELO.- ¿Te dijo que quería salir?
CHICHO.- ¡Creéme, Carmelo! «Quiero caminar un poco.» ¿Y qué cosa más linda que salir a caminar con la Nona?
CARMELO.- Está bien. La llevaste a la plaza... ¿Y?
CHICHO.- Y bueno al rato me dijo que se aburría. «¡Siempre esta plaza! ¡Siempre esta plaza! ¡Salgamos un poco del barrio!»
CARMELO.-¿Y?
CHICHO.- Y bueno... empezamos a caminar.
CARMELO.- ¿Para dónde?
CHICHO.- (Señala imprecisamente.) Para allá.
CARMELO.- Para allá, ¿dónde?
CHICHO.- Por la avenida todo derecho.
CARMELO.- ¿Y?
CHICHO.- Y bueno charlando, charlando llegamos al Italpark.
CARMELO.- ¿Al Italpark? ¡Pero son como doscientas cuadras!
- El burgués gentilhombre de Molière, traducción de José Ignacio Alberti (fragmento)
ACTO PRIMERO
Una sala con muchos instrumentos de música. El discípulo del maestro de música, sentado ante una mesa, está componiendo una serenata que monsieur Jourdain ha encargado.
ESCENA PRIMERA
EL MAESTRO DE MÚSICA, el MAESTRO DE BAILE, el DISCÍPULO, MÚSICOS y BAILARINES
MAESTRO DE MÚSICA (A los músicos). -Venid..., entrad en esta sala y aguardad sentados a que llegue.
MAESTRO DE BAILE (A los bailarines). -Y vosotros también, pero a este otro extremo.
MAESTRO DE MÚSICA (Al discípulo). -¿Está ya eso?
DISCÍPULO. -Sí.
MAESTRO DE MÚSICA. -Veamos.
MAESTRO DE BAILE. -¿Algo nuevo?
MAESTRO DE MÚSICA. -Sí. Una serenata que le ha mandado hacer aquí mismo, en tanto que nuestro hombre se sacude las sábanas.
MAESTRO DE BAILE. -¿Se puede ver?
MAESTRO DE MÚSICA. -Ahora, cuando él salga, podréis oírla, con sus recitativos y todo. Poco puede tardar ya.
MAESTRO DE BAILE. -Nuestras ocupaciones actuales, tanto las vuestras como las mías, no son grano de anís.
- La malasangre de Griselda Gambaro (fragmento)
Escena II
RAFAEL y DOLORES en el salón. Están estudiando, con libros y cuadernos sobre la mesa, sentados del mismo lado. Silencio. Se asoma la MADRE. DOLORES la mira fríamente.
MADRE. — (con una sonrisa incómoda) ¿Todo bien?
RAFAEL. — Sí, señora. (Va a incorporarse)
MADRE. — No, no, me voy. Solo quería saber si necesitaban algo.
DOLORES. — (con una dulzura venenosa) No, mamá.
Tanta preocupación me conmueve. Estamos estudiando, ¿no ves?
MADRE. — Sí, sí. (Torpe) Estudien. Hasta luego… (Sale)
DOLORES. — (la remeda con una sonrisa torcida) Estudien… Me duele la cabeza. (Silencio de RAFAEL, los ojos bajos sobre su libro) Se dice: lo siento o se pregunta si duele mucho. Hay que ser cortés. Me duele la cabeza.
RAFAEL. — (sin levantar los ojos, neutro) ¿Mucho?
DOLORES. — Sí, como para no poder escribir.
Sigue con:
Referencias
- Ferrer, Jordi y Cañuelo, Susana, Historia de la literatura universal. Editorial Óptima, 2002.
- AA.VV., Historia universal de la literatura. Hyspamérica Ediciones, 1982.
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