Cuentos fantásticos

Los cuentos fantásticos narran historias que se desarrollan en un contexto realista hasta que acontece algo extraño o excepcional que no puede explicarse lógicamente y que produce cierta vacilación en el lector.

Ejemplos de cuentos fantásticos:

  • “El hombre de arena” de E.T.A. Hoffmann
  • “El vestido de terciopelo” de Silvina Ocampo
  • “Continuidad de los parques” de Julio Cortázar

El lingüista búlgaro Tzvetan Todorov (1939-2017) definió al cuento fantástico en Introducción a la literatura fantástica. Allí sostiene que el mundo presentado en los cuentos fantásticos resulta familiar para el lector y la irrupción de un hecho sobrenatural, inexplicable, produce en él una sensación de vacilación o duda. La vacilación o duda que se produce en el lector, y a veces en los propios personajes, es la esencia de lo fantástico.

Además, Todorov postula que la experiencia de lo fantástico no tiene lugar desde el comienzo del cuento, porque el mundo que se describe es familiar y cotidiano para el lector. Sin embargo, en un momento se produce un hecho que no puede ser explicado por las leyes de ese mundo familiar, lo que hace que el lector tenga una sensación de incertidumbre.

Todorov diferencia el cuento fantástico del maravilloso:

  • Los cuentos fantásticos presentan hechos inexplicables o sobrenaturales en un mundo cotidiano y los lectores sienten incertidumbre ante el hecho extraño.
  • Los cuentos maravillosos presentan hechos sobrenaturales en mundos extraordinarios y los lectores aceptan las reglas de esos mundos sobrenaturales sin cuestionarlas. Por ejemplo: “La Bella Durmiente” o “La Sirenita”.

En muchos casos, sin embargo, la palabra fantástico se utiliza como sinónimo de maravilloso.

Características del cuento fantástico

Algunas de las características más importantes del cuento fantástico son:

  • Mundo representado. El mundo en el que se desarrolla la historia es realista, reconocible y familiar para el lector.
  • Hecho inexplicable. Dentro de ese mundo reconocible para el lector, irrumpe un hecho extraño que no puede ser explicado por las reglas de la razón.
  • Vacilación. Ante el hecho extraño e inexplicable, el lector se pregunta si se trata de una distorsión de la realidad por parte de los personajes o si realmente se trata de un hecho sobrenatural.
  • Escenario. El escenario es variado: bosques, grandes ciudades, pueblos, aunque muchos se dan dentro de casas, mansiones o castillos.
  • Tiempo. El tiempo del cuento fantástico es variado: puede narrar una historia que ocurrió en el pasado, en el presente o en el futuro, siempre y cuando sea verosímil.
  • Personajes. Los personajes son gente común a la que le ocurren sucesos extraños y los lectores suelen identificarse con ellos.

Ejemplos de cuentos fantásticos

Algunos ejemplos de cuentos fantásticos son:

  1. “Los ladrones de cadáveres”, de Robert Louis Stevenson. Narra la historia de dos estudiantes de medicina en Edimburgo durante la segunda mitad del siglo XIX que deben tratar con asesinos y ladrones que los proveen de cadáveres para las clases de la universidad. Al final, un hecho inexplicable, la aparición de la cabeza de un hombre que ya habían diseccionado, en un cuerpo recién desenterrado, genera vacilación e incertidumbre en el lector porque no puede darle una explicación lógica ni sobrenatural a lo sucedido.
  2. “Los gatos de Ulthar”, de H. P. Lovecraft. Narra la historia de un pueblo llamado Ulthar al que un día llegan unos extranjeros con los que viaja un niño huérfano que pierde su gato. Cerca del pueblo vivía un viejo matrimonio que disfrutaba de atrapar y asesinar los gatos de los vecinos. Cuando se pierde su gato, el niño reza y después se marcha junto con los extranjeros. Esa noche, desaparecen todos los gatos del pueblo para volver a aparecer al día siguiente. Durante varios días, los gatos no se alimentan y, después de una semana, los pobladores entran a la casa del matrimonio que se deleitaba matando gatos y solo encuentran dos esqueletos descarnados.
  3. “El corazón delator”, de Edgar Allan Poe. Narra la historia de un hombre que asesina a un anciano y esconde su cadáver debajo del suelo. Cuando la policía va a interrogar al hombre, este cree escuchar los latidos del anciano muerto debajo de la madera del suelo y confiesa su crimen. Poe, con gran maestría, presenta a un narrador en primera persona que es poco confiable, que en distintos momentos asegura no estar loco y logra que, al final, el lector no sepa si realmente el corazón del hombre seguía latiendo (lo que lo convertiría en un cuento sobrenatural) o si el hombre había enloquecido y creía escuchar esos latidos (lo que lo convertiría en un cuento realista).
  4. “La alucinación de Staley Fleming”, de Ambrose Bierce. Narra la historia de un hombre, Staley Fleming, que consulta a un psiquiatra porque durante las noches, al despertar, ve a un gran perro fantasmagórico en la puerta de su habitación que lo quiere atacar. El médico decide pasar la noche en la planta baja de la casa y le ordena al protagonista que si ve algo extraño, lo llame. En un determinado momento, el médico escucha un gran estruendo, sube rápidamente las escaleras y se encuentra con Fleming agonizando en el suelo y con dos marcas de colmillo de animal en el cuello. El lector duda y no entiende qué ocurrió: si el perro fantasma realmente existe y mató a Fleming o si el personaje enloquece y se suicida.
  5. “La noche boca arriba”, de Julio Cortázar. Presenta un mundo realista en el que un motociclista tiene un accidente y es llevado al hospital. Allí, bajo los efectos de la anestesia y los calmantes para el dolor, sueña que es perseguido por los aztecas que lo buscan para sacrificarlo. El sueño se interrumpe con momentos de lucidez en el hospital y al final, el personaje y el lector se dan cuenta de que en realidad, lo que se pensaba que era un sueño, era en realidad la vida real, y lo que se pensaba que era la vida real, era el sueño. El hombre perseguido, antes de ser asesinado, estaba soñando con que vivía en una ciudad y andaba en motocicleta.
  1. “La escopeta”, de Julio Ardiles Gray. Presenta un mundo realista en el que el protagonista, Matías, está cazando una paloma y, de pronto, el canto de un pájaro extraño lo adormece y pierde su escopeta. Decide regresar a su casa a buscar a su hijo para que lo ayude a encontrar la escopeta pero al llegar, se encuentra con una señora que le dice que hace veinte años ella compró esa casa, cuando el viejo dueño, Matías, desapareció y todos sus hijos se fueron del pueblo.
  2. “Historia para un tal Gaido”, de Abelardo Castillo. Narra la historia de Martín Gaido, quien pasa veinte años buscando vengar la muerte de su hermano. Cuando finalmente encuentra al asesino, no lo mata y se dirige a la casa del escritor del cuento porque él es el verdadero asesino. En este cuento, se mezclan los mundos de la ficción y la realidad y el lector no puede dar una explicación racional ni sobrenatural a los hechos.
  3. “La soga”, de Silvina Ocampo. Presenta un mundo realista en el que un niño juega con una soga que, sobre el final, parece transformarse en serpiente y asesinar al niño.
  4. “Esquina peligrosa”, de Marco Denevi. Narra la historia de un hombre rico que vuelve al barrio de su infancia y al almacén donde trabajaba. Allí, el dueño lo reta por llegar tarde y lo pone a trabajar. El lector queda desconcertado, no puede decidirse entre una explicación realista y una sobrenatural.
  5. “Mariposas”, de Samanta Schweblin. Narra la historia de un hombre que va a recoger a su hija a la escuela y, mientras espera, conversa con otro padre y mata, sin querer, a una mariposa. Cuando las puertas de la escuela se abren, el hombre ve horrorizado cómo en vez de niños salen cientos de mariposas que vuelan alrededor de los padres. El final de la historia sugiere que el padre había matado a su hija, pero el lector queda a la espera de una respuesta definitiva.

Lecturas

“La muerte”, de Enrique Anderson Imbert

La automovilista (negro el vestido, negro el pelo, negros los ojos pero con la cara tan pálida que a pesar del mediodía parecía que en su tez se hubiese detenido un relámpago) la automovilista vio en el camino a una muchacha que hacía señas para que parara. Paró.

-¿Me llevas? Hasta el pueblo no más -dijo la muchacha.

-Sube -dijo la automovilista. Y el auto arrancó a toda velocidad por el camino que bordeaba la montaña.

-Muchas gracias -dijo la muchacha con un gracioso mohín- pero ¿no tienes miedo de levantar por el camino a personas desconocidas? Podrían hacerte daño. ¡Esto está tan desierto!

-No, no tengo miedo.

-¿Y si levantaras a alguien que te atraca?

-No tengo miedo.

-¿Y si te matan?

-No tengo miedo.

-¿No? Permíteme presentarme -dijo entonces la muchacha, que tenía los ojos grandes, límpidos, imaginativos y enseguida, conteniendo la risa, fingió una voz cavernosa-. Soy la Muerte, la M-u-e-r-t-e.

La automovilista sonrió misteriosamente.

En la próxima curva el auto se desbarrancó. La muchacha quedó muerta entre las piedras. La automovilista siguió a pie y al llegar a un cactus desapareció.

“La casa de azúcar”, de Silvina Ocampo (fragmento)

Las supersticiones no dejaban vivir a Cristina. Una moneda con la efigie borrada, una mancha de tinta, la luna vista a través de dos vidrios, las iniciales de su nombre grabadas por azar sobre el tronco de un cedro la enloquecían de temor. Cuando nos conocimos llevaba puesto un vestido verde, que siguió usando hasta que se rompió, pues me dijo que le traía suerte y que en cuanto se ponía otro, azul, que le sentaba mejor, no nos veíamos. Traté de combatir estas manías absurdas. Le hice notar que tenía un espejo roto en su cuarto y que por más que yo le insistiera en la conveniencia de tirar los espejos rotos al agua, en una noche de luna, para quitarse la mala suerte, lo guardaba; que jamás temió que la luz de la casa bruscamente se apagara, y a pesar de que fuera un anuncio seguro de muerte, encendía con tranquilidad cualquier número de velas; que siempre dejaba sobre la cama el sombrero, error en que nadie incurría. Sus temores eran personales. Se infligía verdaderas privaciones; por ejemplo: no podía comprar frutillas en el mes de diciembre, ni oír determinadas músicas, ni adornar la casa con peces rojos, que tanto le gustaban.

“No se culpe a nadie”, de Julio Cortázar (fragmento)

El frío complica siempre las cosas, en verano se está tan cerca del mundo, tan piel contra piel, pero ahora a las seis y media su mujer lo espera en una tienda para elegir un regalo de casamiento, ya es tarde y se da cuenta de que hace fresco, hay que ponerse el pulóver azul, cualquier cosa que vaya bien con el traje gris, el otoño es un ponerse y sacarse pulóveres, irse encerrando, alejando. Sin ganas silba un tango mientras se aparta de la ventana abierta, busca el pulóver en el armario y empieza a ponérselo delante del espejo. No es fácil, a lo mejor por culpa de la camisa que se adhiere a la lana del pulóver, pero le cuesta hacer pasar el brazo, poco a poco va avanzando la mano hasta que al fin asoma un dedo fuera del puño de lana azul, pero a la luz del atardecer el dedo tiene un aire como de arrugado y metido para adentro, con una uña negra terminada en punta.

Sigue con:

Ejercicios: cuentos fantásticos

Referencias

  • AA.VV. (2014). Lengua y Literatura 2-3. SM
  • Marchese, Angelo y Joaquín Forradellas (2007). “Cuento literario” y “Cuento popular”, en Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria, Ariel.

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Travi, Catalina (25 de octubre de 2024). Cuentos fantásticos. Enciclopedia del Lenguaje. Recuperado el 3 de febrero de 2025 de https://lenguaje.com/cuentos-fantasticos/.

Sobre el autor

Autor: Catalina Travi

Profesora en Letras (Universidad Católica Argentina)

Revisado por: Inés Iraeta

Licenciada en Comunicación Periodística (Universidad Católica Argentina)

Última edición: 25 de octubre de 2024

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