Mitos cortos

Los mitos son narraciones de origen oral que explican, sin recurrir a datos científicos, el origen del mundo, de la humanidad y los supuestos básicos de una cultura.

Tienen carácter religioso, cuentan sucesos ocurridos en un tiempo remoto y un espacio indeterminado y sus protagonistas son dioses, héroes y criaturas fantásticas.

Existen diferentes tipos de mitos según el tema que traten:

  • Mitos cosmogónicos. Explican el origen del mundo.
  • Mitos teogónicos. Relatan el nacimiento de los dioses.
  • Mitos antropogénicos. Narran la creación de la humanidad.
  • Mitos etiológicos. Explican el surgimiento de fenómenos naturales, elementos de la naturaleza, rituales, instituciones, entre otros.
  • Mitos morales. Explican el bien y el mal.
  • Mitos fundacionales. Narran el origen maravilloso de una ciudad o pueblo.
  • Mitos escatológicos. Relatan el fin del mundo.

Mito de Pandora

El mito griego de Pandora es un mito antropogénico y moral que narra la historia de la creación de la primera mujer y de cómo, por su culpa, los males fueron introducidos en el mundo. La historia de Pandora se asemeja a la de Eva en la Biblia, puesto que ambas fueron las primeras mujeres creadas y culpables de la aparición del mal en lo que antes era un paraíso.

Pandora, la primera mujer, fue creada por Hefesto y Atenea, con la ayuda de todos los dioses y cada uno le regaló un don. Zeus quería castigar a los hombres porque Prometeo, el titán benefactor, había robado el fuego y se los había regalado y, por eso, envió a la mujer al hermano de Prometeo, Epimeteo. Este había sido advertido para que no aceptara ningún regalo por parte de Zeus, pero sin obedecer, se enamoró de Pandora y la hizo su esposa. Ella recibió de Zeus, como regalo de bodas, una jarra que contenía todos los males. A pesar de las advertencias, la mujer, llena de curiosidad, abrió la jarra y de ella escaparon todos los males y se esparcieron por el mundo, pero cerró la tapa a tiempo para dejar dentro a la esperanza.

Mito guaraní del fuego

El mito guaraní del fuego es un mito cosmogónico porque narra el origen del mundo y también etiológico, dado que explica cómo Ñamandú, el Padre Supremo, enseñó a los hombres a usar el fuego.

Al comienzo de los tiempos, cuando solo existían los vientos y torbellinos, Ñamandú se creó a sí mismo. Después creó el lenguaje humano y a los dioses principales para que lo ayudaran a crear a los hombres, a quienes regaló la maravilla de la palabra. En esa época, los dueños del fuego eran unos seres gigantes y malvados que lo usaban para cazar hombres y cocinarlos.

Ñamandú quiso ayudar a los hombres para que no comieran carne cruda y para que no los siguieran cazando. Para eso, le pidió ayuda a Cururú, un valiente sapo verde que era capaz de agarrar cualquier cosa que volara por el aire y juntos marcharon hacia donde vivían los gigantes.

Ñamandú tomó forma humana, se dejó cazar por ellos y cuando estaba cubierto de brasas, pegó una patada y miles de piedritas encendidas salieron volando. Cururú logró atrapar una brasa con su boca y se escapó del lugar junto con Ñamandú, quien ya había recuperado su verdadera forma. El dios encendió una flecha y la arrojó a un árbol de laurel, en cuyo interior quedó una llama ardiente. Después llamó a los hombres y les enseñó a hacer fuego: debían cortar un trozo de laurel, hacerle un pequeño agujero y girar rápidamente una flecha hasta que salieran chispas.

Los malvados gigantes fueron convertidos por Ñamandú en cuervos y fueron obligados a comer solamente carroña.

Mito de Eco y Narciso

El mito griego de Eco y Narciso es un mito etiológico y moral que explica el origen del eco y de la flor de narciso. También advierte sobre los peligros de la vanidad, dado que, al mirarse en su propio reflejo, el protagonista se enamora de sí mismo y termina muriendo. 

Narciso era un hermoso joven que había recibido la profecía de que si no se contemplaba a sí mismo, viviría hasta viejo. El joven tenía numerosas pretendientes, pero todas eran rechazadas porque él no las creía suficientes. Una de ellas fue Eco, una ninfa hermosa que, al ser rechazada, se apartó del mundo y adelgazó tanto que solo quedó de ella una débil voz.

Otras doncellas despreciadas por el joven le pidieron a Némesis, la diosa de la venganza, que lo castigara. La diosa las escuchó e hizo que, un día, sediento después de una cacería, Narciso se inclinara sobre un río a beber agua, viera en el reflejo su hermoso rostro y se enamorara inmediatamente de él mismo. El joven murió inclinado sobre su imagen y en su lugar brotó una flor a la que se le dio su nombre, el narciso.

Mito tamanaco de la creación de la humanidad

El mito tamanaco de la creación de la humanidad es un mito antropogénico que narra cómo los dioses, después del diluvio, idearon una manera de poblar la tierra. El pueblo tamanaco era originario de Venezuela y estaba asentado a orillas del río Tamanaco.

Muchas mitologías relatan la historia del diluvio, de cómo destruyó casi todo sobre la faz de la Tierra y los intentos de los dioses para volver a poblarla.

Después de una gran inundación, Amalivaca, el Creador, su hermano Vochi y sus dos hijas salieron a recorrer el mundo en una canoa. El agua había acabado con todo a su paso y todos los habitantes menos una pareja joven de humanos se habían ahogado. El hombre y la mujer habían sobrevivido porque habían trepado a lo alto de la cordillera que rodeaba el río.

Cuando Amalivaca, su hermano y sus sobrinas llegaron a la roca Tepumereme, donde estaban refugiados los sobrevivientes, el Creador comenzó a rehacer el mundo y dibujó el sol y la luna. Después les dijo al hombre y a la mujer que deberían volver a poblar la Tierra y, ante el desconcierto de los jóvenes, Amalivaca les dijo que debían arrojar hacia atrás los frutos de la única palmera moriche que había sobrevivido. Desde lo alto de la montaña lanzaron los frutos y de cada semilla que caía en la tierra se formaba un nuevo hombre y una mujer.

Mito de Rómulo y Remo

El mito romano de Rómulo y Remo es un mito fundacional, dado que narra el nacimiento de los gemelos Rómulo y Remo y la posterior fundación de Roma. Fue de vital importancia para la cultura latina porque, según el relato, los gemelos eran hijos de Marte, el dios de la guerra y, de esta manera, los romanos quedaban emparentados con esa divinidad.

Rea Silva era la hija del rey de Alba Longa, Numitor, quien había sido destronado por su hermano Amulio. La muchacha fue seducida y embarazada por el dios Marte y cuando su tío descubrió el embarazo la encarceló. A poco de nacer, los gemelos Rómulo y Remo fueron depositados en una canasta y arrojados al río para terminar a la sombra de una higuera, donde fueron recogidos por una loba que acababa de parir a sus crías y que se apiadó de ellos y los amamantó. Un pastor llamado Fáustulo los encontró y los llevó a vivir a su casa, criándolos como hijos propios.

Cuando crecieron, Rómulo y Remo se enteraron de su verdadera identidad y se vengaron del rey Amulio, matándolo y devolviendo el trono a su abuelo Numitor. Luego decidieron fundar una ciudad, Roma, en el lugar donde habían sido salvados. Como no se ponían de acuerdo en el lugar exacto, consultaron los presagios y Rómulo salió favorecido. Después de marcar el perímetro de la nueva ciudad, y advertir que quien lo cruzara sería declarado enemigo, Remo se burló de su hermano y penetró en el recinto que acababa de ser consagrado. Rómulo se llenó de ira y mató a Remo para arrepentirse inmediatamente. La ciudad se emplazó en el lugar indicado por Rómulo y así comenzó el primer reinado de Roma.

Mito del Ragnarok

El mito nórdico del Ragnarok es un mito escatológico porque narra la guerra que se producirá al final de los tiempos, que enfrentará a dioses y monstruos y terminará con la vida en la Tierra. La llamada mitología nórdica surgió en Alemania, desde donde se trasladó a Escandinavia y luego a todos los territorios que poblaron los vikingos.

El Ragnarok, el fin del mundo, llegará cuando el invierno se extienda en la Tierra y no llegue la primavera para aliviar el frío. Los hombres se llenarán de odio, habrá enfrentamientos en todo el mundo y las casas se convertirán en ruinas.

Después vendrá una época de terremotos que terminará volteando árboles y montañas y liberará al poderoso lobo Fenrir de sus cadenas. Cuando abra la boca, podrá tocar el cielo y la tierra con sus maxilares. Dejará una estela de destrucción y fuego a su paso. También habrá inundaciones, los mares crecerán y la serpiente Jormungandr envenenará el agua y acabará con todos los animales marinos. El gigante de fuego, Surtr, y el gigante de hielo, Hrym, junto con Loki y sus tropas de muertos deshonrados, se dirigirán a la llanura Vigrid donde se enfrentarán con Odin, Thor, Heimdall, el guardián de los dioses, los dioses de Asgard y los einherjar, los muertos honrados.

En ese lugar, Odín se enfrentará a Fenrir, y Thor a Jormungandr y los cuatro morirán. Los ejércitos de Loki se enfrentarán a los einherjar y esa será su última batalla. De ambos bandos solo quedarán en pie Heimdall y Loki quienes lucharán y, antes de morir ambos, Heimdall le dirá a Loki que puede ver el futuro y un nuevo comienzo de la mano de un hombre y una mujer que se han escondido en el gran árbol del mundo.

Todo quedará convertido en cenizas, tinieblas y hielo. Hasta que la tierra verde resurgirá y la pareja sobreviviente volverá a poblar el mundo ayudados por los hijos de Odín y los de Thor.

Mito de Osiris

El mito egipcio de Osiris es un mito teogónico que narra la conversión del dios Osiris en dios de los muertos, la resurrección y la fertilidad. La mitología egipcia es muy compleja y, según los distintos momentos históricos, unos u otros dioses son venerados y olvidados. Tal es el caso del dios Seth, hermano de Osiris, a quien se lo conoce como el dios del mal, pero quien por momentos fue considerado protector de los faraones y dios de la guerra.

Osiris era el rey de los dioses egipcios y había asumido su poder después de Ra, el dios del sol. Estaba casado con Isis y su hermano Seth, el dios de lo incontenible y del desierto, le tenía envidia por su poder y prestigio. Osiris había ayudado al pueblo egipcio en su progreso, dándoles a conocer la agricultura, la religión y las leyes.

Cegado por los celos, Seth organizó un plan para matar a su hermano y ocupar su lugar en el trono: construyó un sarcófago de la medida exacta de Osiris y, en una celebración, prometió que se lo regalaría a quien le quedara justa la medida. Cuando Osiris se metió, Seth y sus cómplices cerraron la tapa del sarcófago y lo arrojaron al río. El sarcófago viajó por el río hasta la ciudad de Biblos, donde un árbol creció a su alrededor. El rey de esa ciudad, al enterarse de que el árbol tenía un féretro oculto, cortó el tronco y lo utilizó como columna de su palacio.

Mientras tanto, Isis buscaba desesperadamente el cuerpo de su marido hasta que se enteró dónde estaba y lo reclamó. Volvió escondida a Egipto y lo ocultó, pero Seth descubrió el secreto, desmembró el cuerpo de su hermano muerto y lo arrojó nuevamente al río. Isis se subió a una barca hecha de papiro, fue recolectando los miembros de su esposo y, con su magia, lo volvió a la vida, pero no ya a la vida en la tierra, sino como dios y juez de los muertos. Más adelante, Horus, el hijo de Osiris e Isis, vengó la muerte de su padre y se convirtió en el rey de Egipto.

La creación del hombre de maíz del Popol Vuh

El Popol Vuh es un libro sagrado de la cultura maya que narra, entre otras cosas, la creación del mundo y de la humanidad. Contiene mitos de todo tipo, teogónicos, cosmogónicos, fundacionales, entre otros. Llegó hasta el presente a través de una versión bilingüe, en quiché y español, atribuida a fray Francisco Ximénez, quien ofició de escriba y traductor.

Después de dos intentos fallidos, los dioses Tepeu y Gucumatz decidieron crear al hombre. El gato del monte, el halcón, la cotorra y el coyote les mostraron a los dioses una tierra fértil llena de mazorcas amarillas y blancas. Con esto, los dioses decidieron crear y modelar cuatro hombres. La carne, los brazos, las piernas y la sangre de los nuevos hombres se hicieron a partir del maíz amarillo y blanco. Tepeu y Gucumatz los dotaron de inteligencia y ellos pudieron ver todas las cosas del mundo. Pero los dioses no quisieron que los hombres se igualaran a ellos, entonces lanzaron un vaho sobre sus ojos para que solamente pudieran ver lo que estaba cerca.

Mito de Démeter y Perséfone

El mito griego de Démeter y Perséfone es un mito etiológico porque explica por qué la tierra florece en primavera y narra la historia de una madre que busca a su hija. 

Démeter era la diosa de la tierra cultivada, hermana de Zeus, y tenía una hija, llamada Perséfone. La joven era muy hermosa y no se preocupaba por contraer matrimonio. Un día, Hades, el dios del Inframundo, se enamoró de ella y la secuestró. Su madre Démeter la buscó por toda la Tierra y, como no la encontró, se enojó con Zeus y no volvió al Olimpo a cumplir con sus deberes, por lo que la tierra se volvió estéril y ningún cultivo prosperaba.

Zeus, preocupado, obligó a Hades a devolver a Perséfone a su madre, pero la joven no podía regresar a la Tierra porque durante su estancia había comido un grano de granada y esto la ataba por siempre a los Infiernos. Entonces, Zeus y Hades hicieron un trato: Perséfone pasaría una parte del año en el mundo subterráneo y la otra en el terrestre. Por eso, cada primavera, Perséfone escapa de la mansión de Hades, vuelve con su madre, quien feliz de tener a su hija de vuelta, hace crecer los primeros tallos y retoños.

El quinto sol

El mito azteca de la creación del sol y de la luna es un mito etiológico que cuenta cómo Nanahuatzin, un dios feo y pequeño, fue lo suficientemente valiente y mereció convertirse en el sol. Los aztecas creían que antes de ellos, habían existido otros cuatro mundos que fueron sucesivamente destruidos.

Cuando todo era oscuridad, los dioses se reunieron en el cielo en Teotihuacán. Allí deliberaron quién de todos ellos sería el sol, y un dios vanidoso, Tecuciztécatl, se ofreció para la tarea. Pero los dioses necesitaban a otro candidato y se lo ofrecieron a Nanahuatzin, un dios pequeño y feo.

Ambos candidatos se retiraron a meditar y los demás dioses encendieron una enorme fogata. Después de cuatro días, Tecuciztécatl y Nanahuatzin se acercaron con sus ofrendas para el sacrificio. El primero llevó grandes riquezas, como piedras preciosas, objetos de oro y plumas de quetzal, mientras el segundo solamente ofreció pedazos de tierra y espinas de maguey mojadas en su sangre.

En el momento de la decisión, los dioses le dijeron al vanidoso que se tirara al fuego de la fogata para convertirse en Sol, y por más de que lo intentó varias veces, nunca juntó el valor para arrojarse. Cuando le tocó el turno a Nanahuatzin, este se lanzó con los ojos cerrados, ardió en la fogata y salió convertido en Sol. Tecuciztécatl, humillado porque el dios deforme se había animado a hacerlo, corrió hacia el fuego y se arrojó también, pero como solo quedaban cenizas, salió convertido en Luna. Uno de los dioses le arrojó un conejo a la cara que apagó su luz, por eso, en la Luna, todavía hoy se puede ver la marca del conejo.

Sigue con:

Ejercicios: mitos cortos

Referencias

  • AA.VV. (2007). Lengua y Literatura 1. Edelvives.
  • Autor anónimo. (2009). Popol Vuh. Losada.
  • Bedman González, T. (1992). “El mito del dios Seth”. En https://www.cervantesvirtual.com/
  • Córdova, F.  y Sugobono, N. (2006) Leyendas, mitos y otros relatos aztecas. Longseller.
  • Gaiman, N. (2023). Mitos nórdicos. Planeta.
  • Grimal, P. (1981). Diccionario de mitología griega y romana. Paidós.

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Travi, Catalina (25 de octubre de 2024). Mitos cortos. Enciclopedia del Lenguaje. Recuperado el 3 de febrero de 2025 de https://lenguaje.com/mitos-cortos/.

Sobre el autor

Autor: Catalina Travi

Profesora en Letras (Universidad Católica Argentina)

Revisado por: Inés Iraeta

Licenciada en Comunicación Periodística (Universidad Católica Argentina)

Última edición: 25 de octubre de 2024

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