Literatura

La literatura es una de las formas de expresión artística propias de los seres humanos. Se caracteriza por utilizar las palabras como materia prima, pero no con un fin práctico o comunicativo, sino con el objetivo de crear un efecto estético.

Ejemplos de textos literarios:

Los textos literarios pueden ser tanto orales como escritos y algunos de los más representativos son:

  • Cuentos
  • Leyendas
  • Poesías
  • Novelas

Características de la literatura

La literatura se caracteriza por:

  • Construir mundos imaginarios creando un pacto ficcional. A través de las palabras, los autores elaboran realidades ficticias, construyendo personajes que se mueven en un espacio y un tiempo determinados y que enfrentan conflictos específicos. El autor representa hechos, bien imitando la lógica de la realidad de los lectores al hacerlo o bien apartándose de ella. Los lectores de literatura aceptan este contrato implícito.
    Por ejemplo, en el cuento “El Aleph”, de Jorge Luis Borges, el autor elabora un mundo de fantasía en el que existen dos escritores que entablan cierta competencia entre sí. La historia imita la realidad en muchos aspectos, pero también se separa de su lógica porque uno de ellos esconde en el sótano de su casa un elemento mágico (el aleph).
  • Utilizar la palabra en su función poética. Una de las funciones del lenguaje, establecidas por el lingüista Roman Jakobson, es la poética, que se define por el lugar protagónico que adquiere la elaboración del mensaje. En los textos en que la función poética es dominante, las palabras asumen un significado diferente al habitual, que necesita ser interpretado. También cobran importancia aspectos como los sonidos, las repeticiones, el ritmo.
    Por ejemplo, en el “El Aleph”, para narrar el momento en que el protagonista accede a la visión de un objeto misterioso, se elabora el mensaje construyendo una extensa enumeración en la que cada elemento comienza con el verbo “vi”. Esto no resulta práctico a nivel comunicativo y hace al texto más complejo debido a que la repetición y el ritmo enfatizan la importancia de que el personaje “vea”: Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó (...).
  • Evocar sentimientos y llamar a la reflexión a partir de sentidos connotados. La connotación es una herramienta central en la literatura, que le da al mensaje un segundo sentido que necesita ser interpretado por el receptor. Puede elaborarse en base a las relaciones que establecen los signos dentro del mundo ficcional creado por el autor o a través del uso de figuras retóricas, como metáforas, que transgreden las reglas y atribuyen sentidos nuevos a las palabras.
    Por ejemplo, en el “El Aleph” el hecho de que Borges coloque como protagonista a un escritor que es presentado como pedante y de nulo talento y lo llame “Carlos Argentino” permite leer el cuento como una crítica metafórica a lo que sucedía en el campo literario argentino del momento. Esto sería un sentido secundario que puede ser interpretado por los lectores.

Géneros literarios

Los géneros literarios son los grupos en que se clasifican los textos literarios. Esta división se hace de acuerdo con ciertos criterios. El más importante es el que se refiere a la estructura y los recursos con los que cada texto se organiza formalmente.

Históricamente, se han establecido tres grandes grupos:

  • Género narrativo. Se compone en prosa, es decir, en oraciones y párrafos. En su forma moderna, puede asumir la forma de una novela, nouvelle, relato, cuento, fábula, parábola o microcuento. Antiguamente, se presentaba a través de la recitación oral de las epopeyas. Son obras que se sustentan en la narración de hechos, presentan un tiempo y espacio determinados y están protagonizadas por personajes que experimentan sucesos. También necesitan la figura de un narrador: la voz que da cuenta de los hechos. Este puede ser un personaje de la ficción o alguien externo que solo relata la historia.
    Por ejemplo, en la saga de El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien, el personaje imaginario de Frodo Bolsón atraviesa una serie de aventuras cuidando de su anillo mágico.
  • Género dramático. Se trata de obras en las que se cuenta una historia a través de la acción de los personajes, sin utilizar la figura de un narrador. Están integradas por dos formas textuales: el texto primario, conformado por los parlamentos de los personajes, y el texto secundario, compuesto por didascalias y acotaciones escénicas. Las didascalias son aclaraciones acerca del lenguaje no verbal con que los personajes acompañan sus intervenciones y las acotaciones escénicas, descripciones del espacio en el que se lleva a cabo la representación. Estas obras son elaboradas para la representación en un escenario, por medio de actores y actrices que interpretan física y verbalmente el conflicto de los personajes ante un público.
    Por ejemplo, integran este grupo tanto obras clásicas como Romeo y Julieta de William Shakespeare, que se representó originalmente en el teatro inglés “El Globo” a fines del siglo XVI, como Chicago, el musical de Broadway, basado en la obra de teatro del mismo nombre, escrita por Maurine Dallas Watkins en 1926.
  • Género lírico. Se llama así al grupo en el que se clasifica a los poemas, textos compuestos en versos y estrofas, y cuyo principio constructivo es el sonido y el ritmo. Otro rasgo importante de los textos líricos es que no cuentan una historia, como la narrativa o el drama, sino que se despliega el mundo íntimo de la voz que asume el enunciado. En lugar de ponerse como objetivo la representación de personajes o de hechos ficticios, el autor de un texto lírico hace hincapié en elaborar connotación, utilizando figuras retóricas y jugando con las formas y los significados.
    Por ejemplo, el trabajo con la sugestión y lo no dicho es claro en el siguiente poema de Alejandra Pizarnik, que consta solo de dos versos: Explicar con palabras de este mundo / que partió de mí un barco llevándome.

Tipos de literatura

Los textos literarios también pueden clasificarse según la forma en que son transmitidos en:

  • Literatura oral. Durante los períodos históricos conocidos como premodernos (anteriores al siglo XV), los recursos privilegiados para la transmisión de textos eran la memoria y la oralidad, debido a que no se había desarrollado tecnología que permitiera registrar la palabra en un medio material. Así, los instrumentos musicales cumplían un rol importante, facilitando a los recitadores el recuerdo del contenido. Además, este tipo de literatura estaba muy ligada a la tradición mítica, ya que es propia de sociedades organizadas según el pensamiento mágico y religioso.
    Por ejemplo: son obras emblemáticas de la tradición oral las epopeyas antiguas como Odisea, atribuida a Homero (siglo VIII a. C.), y los cantares de gesta medievales como La chanson de Roland, de autor anónimo (siglo XI d. C.). En la tradición latinoamericana, se encuentra el Popol Vuh, libro sagrado de los pueblos guatemaltecos (siglo XVI). El carácter oral de estas obras hace que su contenido no esté fijado con firmeza y que se difundan diferentes versiones.
  • Literatura escrita. Tras la invención de la imprenta primero (siglo XV) y de la computadora después (siglo XX), la elaboración de mundos de ficción fue encaminándose hacia la propiedad intelectual y la autoría individual. Esto se debe a que las personas fueron desarrollando de manera cada vez más extendida la habilidad de leer y escribir, y tanto la producción como la recepción de literatura adquirió márgenes más claros y carácter estable, siendo fijada en el papel bajo la firma de un autor individual que presenta la obra a sus lectores como un producto propio.
    Por ejemplo: la Biblia de Gutenberg (1455) se cree que fue el primer gran libro impreso en Europa.

Historia de la literatura

La literatura es un arte con una tradición muy rica. Su historia puede sintetizarse de la siguiente manera:

Literatura clásica (siglo VIII a. C. a siglo V d. C.)

Integran este grupo la literatura de la Antigüedad, desarrollada en Grecia y Roma en torno al siglo VIII a. C., cuando se compusieron las consideradas primeras obras de la literatura occidental —la Ilíada y la Odisea, de Homero— y hasta la caída del Imperio romano de Occidente, en el siglo V d. C. Incluye el desarrollo de la epopeya y el teatro antiguo, con autores emblemáticos como Sófocles en Grecia o Plauto en Roma.

Literatura medieval (siglo V a XV d. C)

Durante este período, dominado en Europa por la influencia de la Iglesia católica, además de literatura de temática religiosa, las obras que se desarrollaron con más fuerza fueron los cantares de gesta, del mester de juglaría, y los cancioneros, de los trovadores.

En el primer caso, se trata de poemas narrativos de temática nacionalista, focalizados en las hazañas de un héroe guerrero que lucha por su patria, su dios o su rey. El ejemplo mejor conservado que ilustra esta tradición es El Poema de Mío Cid, de autor anónimo, compuesto oralmente por la escuela de los juglares, en Castilla, en torno al siglo XII.

Los cancioneros, por su parte, componen una tradición iniciada en las cortes de los nobles, en los que a la temática guerrera se le agrega el tópico del amor cortés. La mujer adquiere un lugar central y su deseo se proyecta por fuera del matrimonio, dando pie a una literatura acerca del amor imposible y los triángulos amorosos. Un ejemplo de estas composiciones se encuentra en las leyendas de El Rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda, uno de cuyos iniciadores fue el trovador Chrétien de Troyes, en el siglo XII.

Literatura del Renacimiento y el Barroco (siglo XV a XVII)

El siglo XV fue una época de grandes cambios, entre los que se destaca el inicio de la conquista americana por parte de las cortes europeas y la invención de la imprenta. El choque entre los mundos, la caída de la Iglesia católica como institución dominante y la impresión masiva de libros en papel inician una literatura más crítica y laica, que se separa del modelo épico y se encamina hacia la novela, con personajes realistas.

Algunas obras emblemáticas de este período son, en España, El Lazarillo de Tormes (1554), de autor anónimo y El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes (1605). En ambas, el protagonista pertenece a un estrato social bajo y comete más despropósitos que aciertos.

Literatura de la Ilustración y el Romanticismo (siglo XVIII a XIX)

El racionalismo que se había iniciado en el Renacimiento alcanzó su punto máximo durante el desarrollo del pensamiento iluminista en Europa. Autores como Voltaire y Denis Diderot, en Francia, entronizaron la razón y el poder de la educación tanto en su literatura como en la producción de obras que se volvieron clásicas, como La Enciclopedia que Diderot editó junto con Jean D´Alembert a fines del siglo XVIII.

A esta tradición, le responde la aparición de una escuela de signo contrario, el Romanticismo, que con cierta nostalgia del pensamiento mágico y religioso premoderno, critica el paradigma iluminista y vuelve a colocar en el centro de la escena la importancia de los sentimientos. Obras que representan este movimiento son Las penas del joven Werther (1774), de W. Goethe y Frankenstein (1818), de Mary Shelley.

Literatura vanguardista y contemporánea (siglo XX a XXI)

El siglo XX dio a luz a movimientos que constituyeron nuevamente el dominio de lo irracional sobre la consciencia y que buscaron retratar el proceso de aceleramiento que estaban generando las nuevas tecnologías en las metrópolis europeas y en Estados Unidos. Se conoció con el nombre de vanguardias históricas a los grupos de intelectuales que se nucleaban en torno a un manifiesto y una poética que se proponía como original y rupturista. Ejemplos de movimientos vanguardistas literarios fueron el surrealismo, el dadaísmo y el futurismo en Europa, y el ultraísmo y el creacionismo en América Latina.

A lo largo del siglo XX, aparecieron también escuelas pesimistas, como el teatro del absurdo que, a través de la exploración de la falta de sentido del lenguaje, elaboraron mundos de ficción que daban cuenta de la angustia existencial producida por la violencia totalitaria que dominó Europa durante las guerras mundiales. Algunos autores de este movimiento son Samuel Beckett con Esperando a Godot (1952, pero escrita en 1940) y Eugene Ionesco con La cantante calva (1950).

Durante el siglo XXI, en la literatura contemporánea, el modelo distópico que reflexiona sobre el peligroso futuro al que se acerca la humanidad en el nuevo paradigma acelerado del capitalismo global, se estableció como género importante junto con el desarrollo de la novela psicológica e intimista, propia de una época en la que los puntos de vista proliferan a través de internet.

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Referencias

  • Jakobson, R. (1960). “Lingüística y poética”. Ensayos de Lingüística General. Planeta-Agostini, 1986.
  • Jimenez P.A y Sáez Rodriguez J.A. (2010). “La poesía”. Introducción a los géneros literarios: Teoría y ejercicios. Ministerio de Educación de España. Subdirección General de Cooperación Internacional.
  • Gutiérrez Carbajo, F. (2013). Movimientos y épocas literarias. Cuadernos de la UNED.

Ejercicio: literatura

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Rabotnikof, Vanesa (28 de febrero de 2024). Literatura. Enciclopedia del Lenguaje. Recuperado el 7 de septiembre de 2024 de https://lenguaje.com/literatura/.

Sobre el autor

Autor: Vanesa Rabotnikof

Licenciada en Letras (Universidad de Buenos Aires). Especialización en Edición (Universidad Nacional de La Plata).

Revisado por: Inés Iraeta

Licenciada en Comunicación Periodística (Universidad Católica Argentina)

Última edición: 28 de febrero de 2024

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